Los alumnos utilizan aplicaciones de 'smartphone' para difundir calumnias
Cataluña ha activado un protocolo de actuación para escuelas y familias
Los administradores tienen dificultades para controlar el flujo de información entre sus usuarios
Aurora Muñoz
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Los abusones del patio del colegio han crecido. Ahora se preparan para obtener un título universitario y, entre tanto, han encontrado una guarida más oscura en las redes sociales. Campan a sus anchas en el ciberespacio, donde los perfiles falsos parecen reproducirse por esporas y garantizan el anonimato. En este caldo de cultivo han nacido los Informer, unas páginas de cotilleos que se han instalado en Facebook y Twitter para regocijo de los más jóvenes... Al menos hasta que uno de ellos se convierte en protagonista de un rumor infundado o vea publicada su desnudez por la filtración de un exnovio.
"Estas plataformas pueden estar muy bien porque fomentan la creatividad y las relaciones sociales en estas edades, pero también pueden servir para hundir a alguien", advierte Javier Pérez, psicólogo y presidente de la asociación No al Acoso Escolar. El experto en mediación y tratamiento del bullying [acoso escolar] observa en las redes sociales un efecto multiplicador. "Todo sucede muy rápido. Un día un estudiante tiene un enfrentamiento con otro en clase y esa misma tarde se cobra su venganza en Internet con un par de comentarios o imágenes ridiculizantes. Al minuto, un montón de compañeros han tenido acceso a esa información y se unen a la difamación", explica.
Pérez considera que la mayoría de los chicos que participan en el escarnio no piensan en las consecuencias de sus actos. Ven este fenómeno como una oportunidad de cohesión. "La adolescencia es una etapa en la que el sentimiento de pertenencia al grupo es muy importante y, lógicamente, para ellos es mejor estar en el bando de los acosadores que en el de las víctimas", apunta sin justificar este comportamiento.
Las redes sociales amplifican los efectos del acoso estudiantil por su capacidad de difusión
La verborrea incontrolada queda grabada tanto en estos Informer como en Gossip, el equivalente en aplicación de iPhone. "Acabo de entrar en los baños y me he topado con una chica haciendole una mamada a un chico", cuelgan las administradoras de la página de rumores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). "Soy gay y tengo una novia que uso de tapadera. ¿Quién soy?", deja caer otro usuario de la misma plataforma. La audiencia que se deja seducir por la rumorología popular no deja de crecer. Las tres estudiantes de la UAB que fundaron esta versión catalanizada de Gossip Girl, la conocida serie en la que una chica publica desde el anonimato de su blog todos los escándalos que los estudiantes del Upper East Side de Manhattan, están desbordadas.
"La idea era que la gente enviase sus mensajes a todo aquel que le gustase, ya fuese en la biblioteca, en la clase o en la parada del bus, con tal de que pudieran encontrarse", cuentan en El Diario Vasco. "La primera noche nos fuimos a dormir con unos 80 'me gusta', al día siguiente con más de 2.000 y el tercero ya íbamos por los 7.000". Una semana después, su espacio supera los 12.800 seguidores y ha sido clonado en otras universidades e institutos. Esta expansión imparable ha animado a las creadoras a habilitar una nueva página para explotar el boom fuera de las limitaciones que les impone la red social de Mark Zuckerberg.
Preocupación en la Generalitat
La Conselleria d'Ensenyament de la Generalitat está preocupada por el uso que algunos menores puedan hacer de estas herramientas y por eso han activado un protocolo de actuación contra el acoso estudiantil tras detectar nuevos casos de insultos y amenazas de alumnos en los institutos catalanes a través de dichas plataformas. Ensenyament calcula que el 20% de los institutos catalanes ya tienen páginas de rumores en Facebook. "El problema tiene una base social. Los adolescentes construyen su identidad en base a la competencia y a la imitación de comportamientos adultos. El hecho de que la mayoría de los programas que triunfan entre los mayores estén basados en el grito y el exabrupto dice mucho de lo que somos. Estamos transmitiéndoles modelos nocivos", sostiene la directora general de Atenció a la Família i de la Comunitat Educativa, Meritxell Ruíz.
La titular de este departamento ha puntualizado que la iniciativa se inscribe dentro de un trabajo que se viene gestando desde hace meses y que da continuidad a las recomendaciones de la consellería contra en el bullying. "Recomendamos a las familias que recopilen todo el material que encuentren y que se planteen si lo que tienen puede ser constitutivo de un delito tipificado en el Código Penal. Las unidades de delitos telemáticos trabajan eficazmente y encauzan las denuncias con rapidez, pero si se trata de algo más difícil de acreditar con la legislación en la mano, lo mejor es que dirijan su queja a Facebook", aconseja Ruíz.
Ensenyament calcula que el 20% de los institutos catalanes ya tienen páginas de rumores
Lola Baños, directora de comunicación de Facebook España, garantiza que la seguridad de los menores es la principal preocupación de la compañía. "Nuestras normas comunitarias dejan muy claro que no hay sitio para el acoso ni la intimidación. Cuando una página o comentario incorpora contenido relacionado con amenazas o calumnias dirigidas específicamente a alguien, lo retiramos. El objetivo de nuestras políticas es mantener un equilibrio entre la libertad para expresarse y el mantener un entorno seguro", asegura.
El problema de las redes sociales es que cada vez es más frecuente que sus administradores no puedan controlar el flujo información que se establece entre sus usuarios. Esto es lo que le ha pasado a los creadores de la aplicación Gossip, ideada por empresa barcelonesa Crows and Dogs. "La herramienta está pensada para ser un 'confidencial' desde el móvil y no un instrumento de escarnio anónimo, pero todo ha ido muy deprisa. Lanzamos el 10 de diciembre y al lunes siguiente teníamos ya 3.500 usuarios", explica Ignacio Espada, responsable de marketing de la compañía, al Periódico de Cataluña. "Entraron muchos menores que no entendían la aplicación y que hicieron un uso que no era el que habíamos pensado. Hemos parado los servidores dos veces, hemos bloqueado a 142 usuarios y les hemos enviado correos advirtiéndoles de su comportamiento", comenta.
La renovación de un clásico
La idea que mantiene a flote estos espacios no es nueva. "Hace una década, recuerdo que en el sur hubo mucho revuelo por la existencia de una plataforma digital llamada Sevilla Ocio que tenía varios apartados dedicados a colegios. Los escolares adoptaban un nick [pseudónimo utilizado en Internet] para contar las intimidades de compañeros y profesores", recuerda Juan Luís López, técnico de la oficina del Defensor de Menor en Andalucía. "Un centro decidió llevar el caso a la justicia, pero cuando la Fiscalía empezó a tirar del hilo se encontró con que detrás de aquella página sólo había un par de chavalillos y los comentarios de los usuarios no pasaban de ser chiquilladas", añade.
La réplica madrileña fue Visualdisco, un foro que fue enterrado hace tiempo entre otros desahuciados por las modas y que se prepara para resurgir en los próximos días a consecuencia del tirón de los Informer. "Estas páginas no duran mucho tiempo. La efervescencia dura unos meses y después los chavales se cansan", afirma López. Su experiencia le ha demostrado que estas crisis se sofocan en cuanto se produce el apagón mediático. "Tuenti pegó muy fuerte. Los padres se echaron las manos a la cabeza al poco de inaugurarse la red social y sin embargo, los responsables de la plataforma han demostrado empeño en proteger la privacidad del usuario. La herramienta que centra las críticas ahora mismo es Whatsapp, más difícil de controlar", reconoce.
Una solución complicada
Las redes sociales han llegado para quedarse. Estudiantes, docentes y padres tendrán que aprender a convivir con ellas, pero lo que no queda claro es cómo establecer los límites de su empleo. "Los chavales tienen que aprender a usarlas con cabeza. No sirve de nada que los padres decidan ponerse estrictos y prohibirles su uso o vigilar sus cuentas, porque se las saben todas. Algunos tienen clausurado el ordenador de casa, pero las actualizan en los smartphone de otros amigos o se abren varios perfiles que su familia desconoce", advierte el presidente de la asociación No al Acoso Escolar, quien defiende que, aunque las amenazas se redacten fuera del aula, no dejan de ser acoso estudiantil.
Àngel Casajús, miembro de la Red de Expertos del Col·legi de Pedagogs de Catalunya, cree que la clave está en la educación. "Es necesario trabajar tanto en la escuela como en casa, intentando poner al menor que difama en el lugar del agredido. En los institutos llevamos años trabajando en medidas de prevención con sesiones de tutoría grupal e individual, valorando los riesgos y consecuencias desde un punto de vista formativo. Evidentemente, en ámbitos universitarios se habría de abogar por una madurez que se ha de suponer por ser mayores de edad", señala.
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