Una encuesta revela que más de la mitad de los alumnos andaluces presencian 'bullying'. Las principales prácticas son el insulto y la marginación, aunque un 20% son testigos de peleas.
Antonio Fuentes
A Fulanito le llaman el tímido, el raro, el tonto. A Menganito el gafas, el gordo, el enano. Y a Sultanito el negro, el moro, el chino. Y algunos de sus compañeros les insultan, les dejan de lado, les agreden, principalmente en el recreo, pero también en los interminables minutos en los que un profesor releva a otro, y a la salida del colegio o del instituto.
Estas situaciones la presencian a diario la mitad de los alumnos de los centros educativos andaluces. Así lo revela, entre otras realidades del universo escolar, un reciente estudio del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía titulado La educación en las familias andaluzas. Expectativas, prácticas y rendimiento escolar.
La investigación se realizó a partir de 6.000 entrevistas a alumnos y padres, 3.098 para menores nacidos en 1994 (que tenían 15 o 16 años) y 2.902 para la cohorte de 1998 (entre 11 y 12 años).
Los resultados arrojaron que el 49,7% de los chicos de instituto admiten tener compañeros que padecen malos tratos de sus iguales, porcentaje que es de un 47% en el caso de los entrevistados de Primaria. El 3,6% de los alumnos más pequeños afirman ser víctimas de estas acciones, por un 1,4% entre los alumnos mayores, sin diferencias reseñables entre centros públicos y concertados.
Las principales prácticas de bullying son las que los expertos denominan como "violencia simbólica". Insultar y dar de lado son las acciones más comunes.
"Se le insulta o se ríen de él/ella" es la respuesta de casi el 80% de los entrevistados y de un 55% la percepción de marginación. La violencia física fue presenciada por un 22,9% de los alumnos de Primaria, porcentaje que se queda en un 14,3% en el instituto.
"Hay más bullying en el periodo de la escolaridad primaria (toda la literatura científica lo apoya) y más conflictividad en los años de la pubertad y la adolescencia", explica Rosario Ortega, catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba y una de las mayores expertas en acoso juvenil.
¿Y por qué se acosa? Independientemente de la edad, el motivo más mencionado es la personalidad de la víctima (54,8% en 15 y 16 años y 46,3% en 11 y 12 años). Como le sucede al personaje de la novela y celebrada adaptación cinematográfica Las ventajas de ser un marginado. Le siguen el físico entre los alumnos de Primaria y el aspecto en general entre los alumnos de Secundaria.
Pero hay otros motivos, al menos, igual de preocupantes. Un 4,2% de alumnos de 15 o 16 años y un 6% de alumnos de 11 o 12 años afirman que a las víctimas se les acosa por su "color de piel", expone el estudio. Un 9,6% de los mayores y un 12,3% de los pequeños han presenciado acoso porque las víctimas "son de otro país". Entre el 10 y el 15% de los entrevistados afirman que los alumnos nacionales tratan mal a los compañeros de otros países.
Los porcentajes son menores y el estudio aporta otros datos que contrastan con éstos, como que ocho de cada diez alumnos afirman que las personas de otra nacionalidad y los autóctonos hacen cosas juntos en los espacios de convivencia de los centros (recreos, pasillos, ...). Pero no dejan de ser desasosegantes.
"Le doy mucha importancia a esos datos porque el bullying afecta además de a los implicados (víctima-agresor) a la formación de la conciencia moral de todos los escolares que contemplan como impunemente algunos compañeros son desconsiderados, crueles, violentos con otros simplemente porque se diferencian de ellos, han nacido en otro lugar, tienen aspecto distinto y otras costumbres o religiones. Esto afecta al desarrollo y la constitución de la personalidad de todos: se crece en la creencia de la desigualdad de derechos, lo que es muy negativo para la formación de la conciencia ciudadana de los jóvenes", destaca Rosario Ortega.
Otra de las conclusiones del estudio del Instituto de Estadística apunta la actitud pasiva de los espectadores de acoso escolar, en la línea de otros estudios anteriores. Cuando observan este comportamiento en el centro, sólo el 28,9% de los alumnos afirman que defiende a la persona acosada.
Aunque hay que resaltar diferencias significativas de género. Sólo el 22,9% de los niños entran a defender a sus compañeros por un 34,6% de las chicas. Además, sólo el 7,4% dice que avisa a algún profesor cuando presencia el acoso, siendo mayoría las alumnas, hasta un 20% en Primaria. La mitad sin embargo afirma que no hace nada.
"Ellas manifiestan niveles más altos de rasgos de ayuda y solidaridad con la víctima, aunque la tendencia general, es dejar sola a la víctima con su problema, de ocultar la agresión a los adultos y de adoptar una doble moral, a veces para evitar ser mal visto por el grupo de agresores", subraya Ortega.
De hecho, hay un porcentaje de alumnos que asegura que se mete con los acosados porque tampoco les cae bien, un 2,9% entre los alumnos de Secundaria y un 5,4% entre los de Primaria. Aunque el acosador que se reconoce como tal está en porcentajes bajos: el 1,1% de alumnos de 15 y 16 años y el 2,1% de los de 11 y 12 años afirman que "también se meten con esa persona por seguir a los demás".
En cuanto a los lugares en los que se realiza el acoso hay diferencias de edad entre los espacios en los que actúan los acosadores.
El recreo es el lugar preferido, con mayor hábito (hasta un 84,7%) entre los más pequeños. También en los adolescentes (57,4%), pero seguido de cerca por las clases ante la ausencia del profesor (50,6%), en los pasillos del instituto (44,3%), a la salida del centro (20,2%), e incluso en los aseos (11,2%).
Los padres, mientras tanto, parecen lejanos a este fenómeno. Sólo un 26% de los progenitores de los alumnos de menor edad y un 17,4% de los adolescentes conocen que alguna vez se han burlado de sus hijos. Los porcentajes bajan si se pregunta si tiene conocimiento de peleas (7,6% entre 15 y 16 años y 13,6% entre 11 y 12 años), si le dan de lado (7,3 y 10,2%) o si algún profesor se ha portado mal (11 y 5,2%).
Definitivamente, el bullying es más corriente a la vista de los propios menores.
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