ACOSO ESCOLAR – II
Ciertamente es difícil concretar en cuanto se puede calibrar el sufrimiento de un niño, viéndose solo, humillado, atacado de manera continua, sin protección de aquellos que deberían haberla dispensado.
Audiencia Provincial de Madrid,
Sección 25, Sentencia 241/2012
Ante un problema de acoso escolar de menores, se considera normal que la víctima salga del colegio donde sufre el acoso.
Con esta reacción, comúnmente aceptada, se está demostrando a todos los menores del colegio que han visto el acoso, a los agresores y muy especialmente a la víctima tres hechos socialmente aceptados:
1º Que los agresores son socialmente más fuertes: son los vencedores.
2º Que los agredidos están obligados a salir huyendo.
3º Que todo el poder del Colegio, del Estado, sale en apoyo del acosador e impone a la víctima la vejación o la huída.
Es la peor lección que puede enseñarse a un menor. Podemos hablar con él y tratar de enseñarle que realmente el mundo no es como él lo ha experimentado. Pero chocaremos con la viaja máxima de Confucio: “Dímelo y lo olvidaré, explícamelo y lo recordaré. Pero como me involucre, lo aprenderé”. Si además lo aprende desde los cuatro años y durante un tiempo prolongado, puede ser que lo aprenda de modo indeleble, porque el cerebro a esa edad, aprende con facilidad de la experiencia y es casi imposible que saque conclusiones contra lo vivido.
La Sentencia de la que ya hablamos, conseguida por el Letrado y colaborador Pedro M. González, sobre el colegio Amor de Dios, demuestra al menor acosado, que existe un orden por encima de la fuerza de los acosadores e incluso por encima del colegio. Que esa autoridad, reconoce los abusos y castiga al colegio por el simple hecho de que no fue lo suficientemente diligente para evitarlos. Esa sentencia debería ser facilitada (sin datos personales) a todos los padres implicados y muy especialmente a todos los menores que sufren acoso.
Es deber del padre, hacer que el hijo aprenda por experiencia que existe un orden por encima de cualquier infractor y de cualquier agresor. Se ha de aprender desde muy pequeño, que cuando alguien se enfrenta a ese orden, forzosamente ha de salir perseguido, vencido y puede que marginado si el agresor no cambia.
Si en vez de esa conclusión, un menor de diez años saca la conclusión contraria, es decir: que el agresor es invencible, que existe un orden social que apoya al infractor y que hace huir a la víctima, como les ocurre a las víctimas del acoso escolar ante todos sus compañeros, saquen ustedes mismos las conclusiones sobre el futuro de sus hijos y la sociedad que están creando.
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Jose Luis Escobar Arroyo
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