Son demasiadas las veces que llego a esta conclusión: Lo que ha sido un acoso escolar y dejadez institucional hacia las necesidades educativas de una niña con serios problemas y en lo que se ha convertido finalmente. A saber:
- En modo alguno se le ha ayudado, a pesar de incidir desde el comienzo de su escolaridad por parte del padre en esta necesidad socio-escolar. Bien es cierto que la incapacidad, negligencia y prepotencia de una orientadora del EOEP de Almendralejo no “veía” esta necesidad, a pesar de ponerla sobre aviso por el propio padre y según esta “experta” mi hija sólo necesitaba salir más a menudo a parques y realizar actividades extraescolares para ganar autonomía; cuestiones que se realizaban, ya que quien escribe aún vive “en sociedad, ubicado en esta civilización” y siempre se hicieron actividades lúdico-sociales y de entretenimiento. Como es preceptivo el abusivo, enfermizo y cínico corporativismo, el colegio en sí y el profesorado hicieron carne y uña con esa “magistral orientadora” y se resolvió en un primer manifiesto que mi hija no presentaba problema alguno, para luego tras informes y diagnósticos de especialistas médicos afirmar que a mi hija en todo momento se le había apoyado y se seguía haciendo con gran esmero y dedicación.
- Gracias a la dejadez, banalización e hipocresía del entramado escolar mi hija cada vez estaba más aislada, marginada y discriminada, presentando múltiples características de lo que se conoce como acoso escolar o bullying. De hecho nos vimos obligados a cambiar de colegio, con la esperanza de encontrar un profesorado y dirección más profesional, humano y consciente de las necesidades educativas de mi hija. Sin embargo, la dinámica del siguiente colegio fue una prolongación del primero, agravada porque mi hija ya padecía muy graves secuelas de vivencias pasadas.
- Paralelamente se nos puso una falsa denuncia por parte del entramado escolar en connivencia con Servicios Sociales y una Asistenta Social-ista, de la que previamente ya había dado mis quejas por muy graves acciones hacía mí y mi familia. Esta denuncia que motivó una apertura de expediente por supuesta posible desprotección hacia mis hijos no me había caído de sopetón, pues un inspector no perteneciente a la zona donde estudiaba mi hija, ya me “amenazó entreveladamente” un mes antes en una reunión, que yo tendría serios problemas en el futuro, entre otras perlas cultivadas.
- Tras seguir un año horrible en el segundo colegio, mi hija prácticamente sufría a diario desprecios, burlas y todo tipo de menosprecios entre sus compañeros, mientras el profesorado negaba y ninguneaba todos estos sucesos, ya desgraciadamente frecuentes. Esta dinámica prosiguío al comienzo del curso siguiente por lo que mi hija ya no aguantaba tal presión y maltrato grupal. Es por lo que nos vimos obligados a salir del colegio, dado que tras muchos intentos míos, con escritos para que se cambiará el rumbo de tal indefensión el Sistema Educativo, pasivo y con el Síndrome de negación que le caracteriza se cruzase de brazos. La respuesta de este finalmente fue dada su incapacidad, negligencia y cinismo abrir un expediente de supuesto absentismo escolar por lo que fuí nuevamente extorsionado y presionado por Servicios Sociales e Infancia y Familia con la posible pérdida de la Guarda y custodia de mis hijos si no permitía llevar a Silvia, mi hija al matadero psicológico de su clase y de ese colegio.
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