El fenómeno existe desde siempre, pero ahora mucho más agudizado y sin que nadie asuma la culpa
Isabel Menéndez Benavente
Nunca me han dejado dar una charla con este nombre: terrorismo escolar. Quizá porque todos hemos mirado, seguimos mirando, para otro lado. Y la verdad es dura y duele. Y las palabras que plasman una realidad que puede llegar a matar asustan porque no queremos reconocer que esto está pasando. Pero el acoso mata. Llevo muchos años viendo el sufrimiento de las víctimas, de los acosados, de sus familias. Mucho tiempo luchando para que los centros reconozcan los casos que se detectan, para conseguir que la Administración sea consciente de que este problema se les está yendo de las manos. Que se les ha ido por supuesto cuando una niña en la flor de la vida decide quitársela. El acoso escolar es un fenómeno que existe desde siempre, pero ahora mucho más agudizado. ¿La culpa? Como siempre de nadie. Pero todos somos culpables. La prevención es fundamental, y esto se hace desde todos los ámbitos, desde la familia: desterrando ese «tú no te metas» e implicando a nuestros hijos en luchar contra la injusticia, inculcando unos valores que cada vez se van perdiendo más: la solidaridad, la defensa del débil, la empatía, esa que priva a los acosadores de saber cuánto daño pueden hacer. Se debe prevenir también en los centros, que desde luego no cuentan con recursos para hacerlo. Porque todos los planes antiacoso, la prevención y la puesta en marcha de los programas de tratamiento conllevan una implicación importante de todo el profesorado y de los orientadores, que deben estar formados para afrontarlo, y que no tienen horas ni tiempo para hacerlo, perdidos en una burocracia que les impide trabajar en lo que realmente deben hacerlo. Orientadores, psicólogos que tienen una hora a la semana en Primaria para trabajar, y cada vez menos en Secundaria. Equipos de Orientación que cada vez tienen más trabajo y menos tiempo, desde hace ya demasiados años, los suficientes para dejar a nuestros hijos sin algo tan necesario y fundamental como profesionales que velen no sólo por su aprendizaje, sino por su salud mental, que detecte, que informe y que forme. Desde la sociedad, esta maldita sociedad, que hace que un niño no sea nadie si no tiene todo tipo de tecnología a su alcance. Tecnología que por nuestra culpa, como padres, como profesores, profesionales y políticos, no saben utilizar adecuadamente. El ciberacoso, además del físico que es más propio de las primeras edades, es por desgracia ahora mismo el protagonista del terror. Ya no sufren sólo cuando van al colegio. Ahora el miedo, la ansiedad, el bloqueo y la desesperación de quien está siendo aterrorizado sucede en todo momento, en cualquier sitio, porque la maldad, la burla, la humillación, extiende su veneno por las redes sociales, amparándose cobardemente en el anonimato de un falso perfil en Tuenti. Ahora no basta con cambiar de colegio, algo que hacen los acosados, y nunca los acosadores, porque te seguirán allá donde vayan, porque sabrán que eres el friki, el pringao, la empollona, la rara, porque ya estás para siempre en el espacio virtual, ese en el que pueden colgar esas imágenes que toman con sus móviles último modelo cuando los llevan a clase, esas que no puedes soportar. Porque sé que además callas. Porque te da vergüenza y, como las mujeres maltratadas, llegas a tener el síndrome del acosado, ese que hace que llegue un momento en el que piensas que igual es culpa tuya, porque no te gusta el fútbol, porque tienes gafas, o eres tímido, o no te va el rollo de los demás y te gusta leer, o por cualquier otra cosa. Y no encuentras respuestas, ni ayuda, y entonces te resignas. Pero luego llega lo peor, llega la sensación de que no hay salida, eso que yo he visto tantas veces, cuando veo el terror en vuestros ojos. Por eso, hay que decir basta ya. Estoy indignada, y muy triste. Debemos ya exigir responsabilidades a quienes crean leyes para defender a las mujeres maltratadas, para combatir el terrorismo de Estado, y se olvidan de este otro. Hasta que una niña de 14 añinos decide un día acabar con todo. Entonces harán declaraciones de intenciones, que se quedan en eso, en intenciones? Pero para ella es ya demasiado tarde.
Fuente:
http://www.lne.es/gijon/2013/04/21/acoso-escolar-terrorismo-escuela/1400514.html
2 comentarios:
He de reconocer que nunca me he visto tan concienciada como ahora que lo estoy sufriendo la destrucción del Acoso con mi hija, pese a que siempre he intentado posicionarme del lado del más debil, de las víctimas de cualquier tipo de crueldad y he colaborado con las injusticias en todo lo que he podido.Me apena profundamente pensar que este es el futuro de nuestros hijos, en el que solo va a servir para sobrevivir el maltratar para que no te maltraten. Es penoso lo que cada vez es más frecuente ver y oir, niños que matan, niños que mueren y familias destruidas. Me niego a que este sea el futuro de mis tres hijas.Un abrazo.
A menudo creemos que determinadas pesadillas no serán vividas por nosotros o nuestros próximos, porque seguramente hemos creido en un sistema que muy generalizadamente cumple, garantiza nuestros derechos, así como nos obliga a nuestros deberes y por supuesto nos protege. Sin embargo, estimada Paz, cuando desgraciadamente, somos víctimas de este psicoterrorismo comprobamos que todo hace agua y que a quienes se defiende es a los hostigadores. Dejamos de creer en este sistema corrupto, viciado y corporativista y a duras penas sobrevivimos. Eso sí, es nuestra obligación como muy bien dices y se lo debemos a nuestros hijos el no rendirnos y denunciar a tantos cobardes activos y pasivos que lo consienten. Un abrazo
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