Isabel Ferrer López: «Es una barbaridad que se cambie de colegio al niño acosado y no al acosador»
«Las agresiones se están trasladando del centro escolar a Internet por la sensación de impunidad», advierte la letrada en unas jornadas
M. ÁNGELES GONZÁLEZ maguisado@diariosur.es
Los casos de acoso escolar que saltan a los medios de comunicación, como el de la joven de 14 años detenida en Málaga por agredir a una antigua compañera de clase, son solo «la punta del iceberg» de un fenómeno cada vez más extendido y que está presente «en todos los centros escolares». Así lo advirtió ayer la letrada Isabel Ferrer durante unas jornadas sobre acoso escolar celebradas en el Colegio de Abogados. Ante la sensación de impunidad y de desprotección de las víctimas, esta experta en acoso escolar apostó por tipificar penalmente estas conductas y establecer un protocolo de actuación en todos los centros escolares para que se actúe «de inmediato».
-¿Se ha traslado el acoso escolar de los colegios a Internet?
-Por supuesto, y es un problema gravísimo porque tiene consecuencias mucho más dañinas que el acoso físico. Van aumentando mucho más los casos en Internet que los que ocurren en los colegios.
-¿Esto sucede porque hay mayor sensación de impunidad?
-Correcto. Y también porque el ciberacoso es una agresión mucho más fácil porque le permite al acosador un supuesto anonimato, aunque en realidad no sea así. Además, en estos casos el agresor no reflexiona a la hora de actuar. Cuando un niño va a dar una patada, empujar o insultar a otro en el recreo tiene que mirar alrededor, ver si no hay profesores... es decir, utiliza una serie de medidas de precaución para salvaguardarse las espaldas que en el caso de un acoso cibernético no existen. Ese rato que el agresor duda si hacer o no un acto violento en Internet no existe y eso de entrada aumenta la peligrosidad. Las nuevas tecnologías también permiten una difusión inmensa e inmediata del daño y se puede actuar las 24 horas al día.
-¿Los niños se sienten desprotegidos?
-La víctima de un ciberacoso no tiene dónde refugiarse para alejarse del acosador, ese es el gran problema. Cuando un niño es agredido en las puertas del colegio tiene el recurso de que los padres vayan a recogerlo, de alguna manera puede protegerse, pero en el ciberacoso no hay un entorno de protección.
-Por eso, los padres y profesores juegan un papel fundamental, ¿no?
-Por su puesto. De ahí la importancia de la prevención. Hay que aprender a convivir en Internet, tanto los alumnos como los adultos y los profesores. Los centros educativos deberían tener protocolos de actuación para estos casos. Los tutores y los colegios conocen cuando existe un acoso escolar y en cuanto surgen los primeros atisbos de que puede haber un caso, deben actuar de inmediato.
-¿Entonces por qué no se hace nada?
-Porque en muchos casos no se ven las pruebas y los centros no se la juegan; normalmente no se implican lo suficiente. En el caso del acoso ponen la excusa de que son cosas de niños y sobre el ciberacoso dicen que como no se hace dentro del colegio ellos no son responsables y eso, en mi opinión, es un gravísimo error. No hay conciencia tanto a nivel de colegios como de familias de que hay que estar muy pendientes de estos casos.
Del colegio a la Red
-¿Los acosos en Internet suelen acabar en agresiones físicas?
-Normalmente no porque son niños que suelen ser en su mayoría hábiles y se manejan por Internet con una soltura importante y pueden realizar una serie de trámites previos para ocultarse. Y lo que le gusta al ciberacosador son esas ventajas que le da la Red: el anonimato, la inmediatez, el daño, la difusión inmediata de las vejaciones... es mucho más fácil acosar por esa vía. Lo que sí es cierto es que cuando hay un caso de ciberacoso antes ha habido un caso de acoso físico.
-¿Eso siempre ocurre?
-En el 90% de los casos. Yo misma he asesorado a padres que no consiguen el apoyo del centro escolar y cambian a su hijo de colegio al ver que está cada vez más aislado y deprimido. En la mayoría de los casos al cabo de un tiempo el niño sigue siendo acosado pero a través de Internet por sus antiguos compañeros. La gran barbaridad que está pasando ahora mismo es que los padres, desesperados cuando su hijo sufre un acoso, lo cambian de centro, y lo que habría que hacer es cambiar a los agresores porque si no se fortalecen y la víctima se humilla más. La actuación que se está haciendo ahora mismo respecto a los temas de acoso escolar es radicalmente errónea.
-¿Judicialmente las víctimas de acoso escolar están protegidas?
-No existe la figura del ciberacoso en el Código Penal, pero sí una serie de figuras por las cuales se pueden condenar estas actuaciones como puede ser la inducción al suicidio, las amenazas, las injurias, las coacciones...
-Y teniendo en cuenta que no está tipificado como delito, ¿hay protección para los menores acosados?
-Por supuesto, tanto penalmente para los mayores de 14 años como civil. Lo que pasa es que en muchos casos no se llega a denunciar y es un error porque tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional cuentan con departamentos muy competentes para este tipo de asuntos.
-¿Por qué cree que no se denuncia?
-Yo creo que es por falta de información. Mi teoría es que son tan responsables de no actuar los centros escolares como los padres de los niños que saben que están haciendo daños a otros. En los colegios se sabe perfectamente qué alumnos están acosando a otros porque yo cuando doy una charla y tengo delante a 40 ó 50 alumnos simplemente por la actitud que tienen cuando les estoy hablando de ciberacoso ya sé cuáles son los que están humillados, que miran para abajo y se encogen, y los que te plantan una cara de chulo que no veas.
-¿A nivel judicial qué habría que cambiar para atajar el problema?
-Habría que regular la figura del acoso escolar y ciberacoso como un tipo penal y poner unas penas rebajando la edad de responsabilidad penal. Niños menores de 14 años saben conscientemente qué daños están haciendo. También habría que agravar muchísimo la responsabilidad económica de los padres y habría que hacer responsables de alguna manera a los centros escolares una vez que se pruebe que tienen conocimiento de esta situación.
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