Acoso escolar e institucional (Pincha en la imagen)

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ACOSO ESCOLAR E INSTITUCIONAL (Pincha en la imagen)

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domingo, 9 de diciembre de 2012

Acoso escolar: Del patio del instituto al ciberespacio

 

Olalla Novoa Ojea

BULL003¿Qué se cuece en el patio de los institutos? No es novedad que en los años en torno a la adolescencia el acoso escolar encuentra un terreno abonado en los jóvenes inseguros que forjan a trompicones su entrada en el mundo de los adultos. Sin embargo, la explosión de las nuevas tecnologías, el acceso masivo a la telefonía móvil e Internet, y el despegue de las redes sociales ha hecho que lo que comenzó en un pasillo o en el patio del instituto rápidamente cobre vida propia en el ciberespacio, donde la realidad se difunde corregida y aumentada.

"Alguien tiene un encontronazo y esa misma tarde cuelga algo en las redes sociales y al día siguiente hay un 'bullying' de todos los demás hacia la víctima. Es inmediato".
Mara Cuadrado, psicóloga especializada en acoso escolar

"El proceso ahora es rapidísimo", explica Mara Cuadrado, psicóloga especializada en la mediación y tratamiento del acoso escolar. "Alguien tiene un encontronazo con otro u otra y esa misma tarde cuelga algo en Internet, en las redes sociales, y al día siguiente hay un 'bullying' de todos los demás hacia la víctima. Es inmediato". En su experiencia, en la última década esto también ha disparado los casos de acoso psicológico frente a los de abuso físico, que se han mantenido estables.

Aterrorizada por desconocidos

Eso, exactamente, le sucedió el año pasado a Marta (nombre ficticio). Tenía 13 años y, cuenta su madre, "siempre sacaba muy buenas notas y le gustaba mucho el colegio". Todo empezó con una niña que la insultaba: "La llamaba hija de puta, marginada..." relata todavía angustiada su progenitora. Pero, de pronto, el asunto escaló: "Yo notaba que me excluía la gente y al ir por los pasillos me insultaba, gente mayor y más pequeña que yo no conocía de nada", dice la cría, con voz tenue al otro lado del hilo telefónico. Por fin descubrieron lo que pasaba. Alguien había subido una foto suya a una popular red social a la que se accede por invitación y Marta se había convertido en objeto de chanza general. A ello se sumaron empujones por las escaleras y un acorralamiento en el patio. Hasta que la niña se partió en mil pedazos.

"Yo notaba que me excluía la gente y al ir por los pasillos me insultaba, gente mayor y más pequeña que yo no conocía."
Marta, 14 años, víctima de acoso escolar

Se le empezó a caer el pelo, y el tratamiento psicológico se convirtió en psiquiátrico. Llegaron las autolesiones, las voces que le hablaban sólo a ella y un terror desmesurado. "Me dan miedo los niños", confiesa esta alumna ejemplar enamorada de los animales. La intervención del centro no hizo sino empeorar la situación, y acabaron por sugerir que el problema era en realidad de la propia niña. Un argumentario habitual en el sector educativo para zanjar el problema, afirma el psicólogo especializado en acoso Iñaki Piñuel.

Ha pasado un año y, aunque la han cambiado de centro, acudir al instituto le desata ataques de pánico. Estrés postraumático. De momento, capea el temporal en casa con los profesores del Servicio de apoyo educativo domiciliario de la Comunidad de Madrid.

"El fenómeno conflictivo que más crece en Internet es el ciberbullying", explica Guillermo Cánovas, director del Centro de Seguridad en Internet para España del programa de la Comisión Europea y presidente de la organización de protección del menor Protégeles.

"El acoso psicológico ha existido siempre pero el ciberbullying es mucho más dramático", advierte Cánovas, que enumera características clave que lo hacen "mucho más dañino y especialmente doloroso". Por un lado, la publicidad: "Es una situación que no se da sólo en el patio del colegio o a la salida de clase, se da en Internet y es público. Lo pueden ver tus amigos, tus padres, tus profesores, mucha otra gente, y es una humillación pública", precisa el experto. No sólo eso, además permite la participación de terceros, que añaden comentarios, burlas, refuerzan lo que otros están diciendo, "de forma que el menor resulta acosado por personas que no conoce ni le conocen".

"La violencia psicológica, como la física, produce nuevos adeptos. La gente se agrega porque ser miembro de la masa linchadora es una forma de integrarse socialmente", explica Piñuel. "Es como una bola de nieve, va a más y no lo puedes parar". Por eso es fundamental atajar el problema a tiempo, dice este experto, autor de un estudio que apunta que un 23% de los niños y adolescentes españoles sufre en silencio conductas de maltrato recurrente en las aulas. Según Piñuel, el sector educativo "minimiza" la realidad del acoso, limitándolo a los casos más extremos. Jesús María Sánchez, presidente de Ceapa (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos), cree que "el hecho existe, pero no debe de magnificarse como algo que se está viviendo continuamente". Mientras, la defensora del profesor, Inmaculada Suárez, destaca la dificultad en ocasiones de detectar el abuso, y la delicada posición del docente, que debe interpretar si se trata de un enfrentamiento puntual o un caso reiterado de maltrato.

Las armas: del SMS al 'post'

A veces el abuso se produce enviando mensajes amenazadores de móvil, otras, colgando en el perfil virtual de la víctima comentarios humillantes, en ocasiones, como el caso de Marta, el acosado ni siquiera está en la red social, pero usan su imagen para burlarse de él. Y un último tipo, cada vez más frecuente, añade Cánovas, es la usurpación de identidad: "Para causarle un perjuicio crean un perfil falso con el nombre de este menor y lo usan para generarle un conflicto con terceros y que estos, a su vez, le generen un problema en consecuencia".

"La violencia psicológica, como la física, produce nuevos adeptos. La gente se agrega porque ser miembro de la masa linchadora es una forma de integrarse socialmente"
Iñaki Piñuel, psicólogo especializado en acoso

Parte del problema deriva la gran exposición de los niños y adolescentes al móvil e Internet. Gran parte de sus relaciones sociales se desarrollan ahora en este universo virtual y paralelo, ventana constante de exhibición. Y conviene saber dónde poner los límites para evitar males posteriores.

Mara Cuadrado relata, por ejemplo, casos de chantaje en los que una adolescente ha enviado a algún 'ligue' fotos subidas de tono y, al romper con él, éste la amenaza con hacerlas públicas. O los riesgos de la cada vez más común práctica entre los jóvenes de hacerse fotos con ropa provocativa en los probadores de centros comerciales para colgarlas en la web, que en ocasiones van in crescendo y puede dar lugar a imágenes que muestren más de lo que el afectado hubiera a posteriori deseado.

Los episodios de ciberacoso, además, pueden prolongarse en el tiempo, porque depende de dónde estén colgados los contenidos puede ser difícil retirarlos y puede que la situación de acoso "haya terminado en el colegio pero toda la información y burlas siga en Internet, aun habiéndose resuelto el conflicto".

Pero, peor si cabe que todo eso, es el hecho de que no se restringe a los muros del colegio o del instituto. "No descansas", dice Cánovas, el ciberacoso persigue a la víctima hasta el ordenador personal de su dormitorio o viaja con él en el móvil que lleva en el bolsillo.

La única 'ventaja' del ciberacoso es que deja rastro. "En el ciberbullying es preciso recopilar siempre esa evidencia electrónica. Haz un pantallazo, imprímelo, contacta con la red social para que guarden esa información", explica Ana Fernández, coordinadora del departamento jurídico del Centro de Internet segura Protégeles. Piñuel concurre, y destaca que a menudo cuando el acosador sabe que está siendo monitorizado cesa su agresión, por lo que su equipo trabaja con una empresa especializada que registra los contenidos ofensivos, lo comunica automáticamente a la Policía y certifica que no han sido manipulados por el usuario para que sirvan como prueba legal si éste decide interponer algún tipo de denuncia.

Fuente:

http://www.elmundo.es/elmundo/espana.html

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