El profesor de la UGR Antonio Rus afirma que el acoso escolar deja secuelas para toda la comunidad educativa de un centro · El perfil de la víctima en España es el de una chica de 13 años
A. Beauchy
Antonio Rus, a la izquierda, en el IES Padre Suárez.
Siete de cada diez víctimas de acoso escolar son chicas y cuatro de cada diez tienen 13 años. Así que el acoso escolar, ese monstruo que enseñó su cara más amarga en España con la muerte de Jokin Ceberio hace cinco años, tiene hoy en día como presa a las adolescentes de 13 años. Con este dato, el profesor Antonio Rus Arboledas logró ayer el primer silencio en el salón de actos del instituto Padre Suárez de Granada.
Abarrotado de alumnos de tercero de la ESO, de madres y profesores, el catedrático de Psicología Evolutiva y Educación de la Universidad de Granada dio una lección magistral sobre el acoso escolar, segunda charla prevista en el ciclo La Ley y los jóvenes. Y es que la UGR ha decidido traspasar los muros de sus facultades y que los granadinos conozcan a sus profesionales a través de unas conferencias sobre pensamiento jurídico y político que se están impartiendo este mes (las próximas el 23 y el 30) en distintos centros educativos de la provincia.
Este tipo de violencia, que tiene un comportamiento repetitivo de hostigamiento entre los jóvenes, está siendo vigilada muy de cerca por los profesionales de la educación. "La víctima se siente intimidada y excluida, pues percibe al agresor más fuerte y normalmente éste no suele ir solo, lo que genera una desigualdad que acaba aislando a la persona", explicaba ayer el profesor Rus.
Los estudios que ha manejado este docente resumen bien la envergadura del fenómeno: el 75% de los estudiantes ha sido testigo de un acto de violencia escolar; el 15% se ha sentido víctima alguna vez; el 2,5% ha sido víctima de acoso escolar; y el 7,5% ha sido agresor. El acoso escolar se da más en los centros privados (un 21% de los casos), le siguen los centros públicos (15%) y, en menor grado, los centros concertados (12%).
Aunque son las secuelas de este comportamiento las que revelan los efectos devastadores que puede tener en la comunidad educativa de un centro. Las consecuencias para la víctima las describió Rus como en un relato: "ella se siente con ansiedad, se siente culpable a pesar de no haber hecho nada, aislada socialmente, tiene miedo y rechaza la escuela, vive con una pérdida total de confianza en ella misma y en los demás y sin autoestima", describe el profesor Antonio Rus. Con un matiz para las familias, que son, en su opinión, "las que sufren más de todos los actores de este proceso".
Pero los agresores también tienen una factura que pagar. "El acosador piensa que hay que hacer a los demás lo que le hacen a él -dice Rus-. Su capacidad de comprensión moral y empática es menor. Se justifica acusando a la víctima de haberle provocado. Minimiza su intención de herir. Cree que las normas están para saltárselas y piensa que no cumplirlas le da prestigio social. Cree que en esta vida hay personas que son superiores y otras inferiores. Y dispone de menos estrategias no violentas para resolver los problemas". Para este experto lo más difícil de abordar en el acosador es que funciona como una máquina primaria que no se pone en el lugar de los demás y no calibra su sufrimiento.
Entre las causas que llevan a un joven a ser un acosador, Antonio Rus apunta dos: el autoritarismo y la negligencia en el hogar. Un progenitor autoritario tiene las mismas consecuencias negativas que uno que deja hacer en exceso.
En este espectro que describe el experto de la UGR también hay consecuencias para los espectadores de los casos de acoso escolar. "Conviven con la violencia y no hacen nada para evitarla", apunta. Esto desemboca en una actitud pasiva y complaciente o tolerante ante la injusticia y una percepción equivocada de la valía personal.
Cuando en un centro educativo hace su entrada la violencia "se reduce la calidad de vida en él y los rendimientos descienden", explica el profesor Rus.
La conclusión es imperativa: "hay que acabar con los silencios en las aulas". Ante un aforo de más de medio centenar de estudiantes el experto demandó no mirar para otro lado, erradicar de las aulas la exclusión. "Seguro que en vuestro grupo hay algún joven que siempre está solo. Pues escuchadme: sentirse solo es lo peor que le puede pasar a uno", instó el docente.
Y para el profesorado dejó también un consejo. "La impunidad hace doblemente víctima a la víctima, así que debéis hacer que el culpable se sienta responsable de sus actos y aplicarle medidas de sanción", dijo. Para Rus son importantes los límites: "educar es también saber decir no".
Fuente:
http://www.granadahoy.com/, a través de
http://vagabundotraslalibertad.blogspot.com.es/2011/03/que-poner-fin-al-silencio-en-las-aulas.html
Fuente vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=Q81bsGI-JcY&feature=related
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