JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ CHAVERO | PSICÓLOGO CLÍNICO Y MÁSTER EN BIOÉTICA
De siempre, unos niños han hecho burlas de otros en los patios de recreos con expresiones como 'gafitas, cuatro ojos, capitán de los piojos', 'tomatitos' o con otras más culturales como 'dumbo o pinocho', sin contar las de calado más desagradable. No ha sido fácil afrontarlas, y mucho menos cuando la expresión 'se ríen de mí' nos la dice un hijo. Eso de que el hombre es el ser más cruel de la naturaleza con los de su especie es una verdad casi incuestionable.
Es preciso reflexionar sobre esto, porque nos encontramos con chavales que sufren y no todas nuestras respuestas son adecuadas. Si le respondemos que no se preocupe porque es algo transitorio, conseguiremos su silencio y que no nos cuente más porque no siente comprensión en su sufrimiento. Si le indicamos que lo diga al profesor del colegio, estaremos fomentando una conducta que se le puede volver en contra, porque no está bien visto por los compañeros y además ponemos en un tercero la solución del problema. Otra opción, es decirle que se ría él de los demás, pero le estamos dirigiendo hacia una alternativa imposible por dos motivos. El primero, porque no podemos proponer como solución lo que criticamos y, en segundo lugar, porque le recordamos que su carácter más pacífico le ha llevado hasta esa situación de indefensión.
Sugiero escuchar con serenidad la historia que nos narre, preguntarle todos los detalles necesarios para saber con precisión lo que ocurre y cómo lo vive. Mencionarle sus valores y cualidades, subrayando aquellos aspectos que los demás también le reconocen. A continuación, será el tiempo para trabajar la autoestima del niño, futura encargada de encarar los efectos de las burlas. Por último, ayudarle a relativizar esos momentos de acoso y apuntarle las muchas situaciones de su vida familiar, escolar y de amigos en las que se lo pasa bien y disfruta. Estos son algunos consejos con respecto al niño, pero no son los únicos.
Los padres han de ponerse en contacto con el tutor del curso para compartir lo que nos ha contado el niño y coordinarnos en las medidas que tendremos que adoptar. Si éste no se muestra consciente del problema, ni colaborador, entonces acudiremos a la dirección o a instancias superiores, pero nunca hay que dejarlo en el olvido. Debemos evitar todo lo relacionado con trivializar y no dar importancia a lo que nos dice, porque podemos estar obviando un posible acoso escolar, un maltrato que le podría llevar a padecer verdaderas pesadillas diurnas y nocturnas, una baja autoestima y un pobre autoconcepto, eso si no precisa de largas y costosas consultas psicológicas en las que escucharemos más o menos lo que se ha escrito aquí.
Tampoco debemos tomarnos la justicia por nuestra cuenta, porque no sólo no habremos resuelto el problema sino que ahora tendremos otro nuevo. Es tanto lo que se puede hacer a nivel de las instituciones educativas en este penoso tema que insistir en ello no sólo es bueno sino de obligado cumplimiento. Nadie puede adueñarse de las características o peculiaridades de los demás, para después hacer burlas de ellas con el único objetivo de desprestigiarle, ridiculizarle y hundirle como persona y no sólo es culpable el que la realiza, sino también el que la consiente con una política educativa inadecuada o con un desempeño profesional deficiente. Al igual que se hace con la lacra de la violencia de género, debemos hacerlo con el acoso escolar; es decir, tolerancia cero. También hay otros acosos como el del profesor al alumno o el de los alumnos al profesor, que sin ser desdeñable, no es tan frecuente como el producido entre iguales.
Fuente vídeo:
http://www.youtube.com/watch?v=ZAnv7e9fNYw&feature=player_embedded
Fuente:
http://www.hoy.es/ a través de
http://vagabundotraslalibertad.blogspot.com/2010/10/con-el-acoso-escolar-tolerancia-cero.html
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