"Pero bueno, ¿ya estas enfermo otra vez?"
Y es que tenemos un paciente, que a sus 9 años, es la tercera vez que en poco tiempo viene a la consulta por sintomas inespecíficos como mareo, dolor de cabeza, dolor de tripa y malestar en general. Y además, estos sintomas ocurren sobre todo los lunes.
Ese día no va al colegio, y sus padres preocupados le traen a la consulta. "A este niño no se que le pasa, que ultimamente siempre está malo".
"¿Y que tal te va en el colegio?". "Bien..."
"¿Y que tal le va en el colegio?". "Pues ultimamente no quiere ir, y antes iba de lo más contento. Las notas han empeorado. Tengo que ir a hablar con el profesor. Además está nervioso, por la noche se despierta con pesadillas, y no se puede volver a dormir....".
Y en otra cita, tras la sospecha, ya el solo en la consulta:
"¿Que tal te va en el colegio?" "Bien..."
"¿Se mete alguien contigo, o te molesta?" "....pues si...." "Me quitan las cosas y me las esconden, y cuando me enfado me castigan a mi. En el patio no me dejan jugar. Se meten conmigo e insultan a mi hermano. Han hecho una liga, la liga anti S (el nombre del niño empieza por S)...."
"¿Tus padres saben lo que está pasando?"
"No, -mirada de susto- no quiero que lo sepan, que si se enteran será peor. Me han dicho que como diga algo, me la voy a cargar".
Escuchamos sobrecogidos el relato que el niño va desgranando sin soltar una lágrima, con una mirada llena de tristeza y resignación.
Este niño sufre acoso escolar. Y no es raro, pues según el informe CisnerosVII, lo sufren hasta el 25% de los niños, siendo el riesgo mayor en Educación Primaria. El informe del Defensor del Pueblo: "Violencia Escolar: el maltrato entre iguales en la Educación Secundaria Obligatoria 1999-2006", describe que entre el 14,4 y el 32% de los estudiantes sufrieron acoso escolar.
Su familia no se ha dado cuenta, lo que tampoco es raro pues según dicho informe, los niños se lo cuentan a sus compañeros y en menor proporción a sus familias, y profesores.
De esta forma, el niño se convierte en victima por partida doble, pues por un lado sufre las agresiones y además no puede decir nada, porque tiene miedo de que todo sea peor si se enteran los adultos. Este calvario, lo pasa el solito, que día a día tiene que seguir viviendo y actuando como si nada ocurriese. Hasta que no puede más y empiezan los síntomas.
El acoso puede ser de diferentes formas: exclusión social (ignorar, no dejar participar), agresión verbal (insultar, poner motes ofensivos, hablar mal de alguien), agresión físca indirecta (romper cosas, esconder cosas, robar cosas), agresión física directa (pegar), amenazas/chantajes (amenazar para meter miedo, obligar con amenazas) y acoso sexual.
Y todas estas conductas hacen daño al niño que las padece, sin olvidar que quienes las realizan tambien tienen un problema que hay que abordar y tratar.
En los niños maltratados son frecuentes las somatizaciones, la ansiedad, la pérdida de autoestima, la depresión y el estrés postraumático. Además aumenta la ideación suicida, tal y como describe un estudio incluido en Evidencias en Pediatría, en el que los adolescentes acosados frecuentemente, piensan que la vida no merece la pena vivirla, en una proporción ocho veces mayor que en los no acosados.
Ante la sospecha de acoso, es preciso que intervenga la escuela (normas de comportamiento en clase, supervisión, vigilancia de los recreos, trabajar con los observadores del acoso escolar), la familia (información), y el apoyo de los profesionales sanitarios.
La misión de estos últimos no es pequeña e incluye:
-En primer lugar detectarlo, sospechando ante determinados síntomas, que haya problemas en el entorno del niño.
-En segundo lugar, diagnosticarlo, definiendo el tipo de acoso.
-En tercer lugar, valorar la alteración que produce en la vida del niño y haciendo las intervenciones necesarias: derivación a salud mental para manejo de los problemas emocionales, entrevistas con el niño, manejo de los síntomas como dolor, cefaleas, insomnio, evitar realizar pruebas innecesarias, etc.
-En cuarto lugar, elaborar un informe escrito de lo que ocurre, que será entregado a la familia y con el objetivo de que el resto de los profesionales (maestros, psicólogos, orientadores etc) conozcan el diagnóstico y la repercusión.
-En quinto lugar, realizar seguimiento del proceso: como evoluciona el niño, apoyo a la familia, valoración de las intervenciones que se van realizando.
-Y así, hasta la mejoría o resolución, como en cualquier otro proceso.
El acoso existe, causa un enorme daño en el momento y a largo plazo. Y el prevenirlo, detectarlo, tratarlo y ayudar a superarlo es tarea de todos/as.
Fuente:
http://www.pediatriabasadaenpruebas.com/2011/09/acoso-escolar-todos-podemos-ayudar.html
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