Por: Tamara Quiñones/CanalSolidario.org
La imagen es de Carlos Aguilera en Flickr
Decálogo para escolares en apuros de Nora Rodríguez.
1. Ignorar al bully y a sus secuaces. El bully ataca al que le responde, no al que lo ignora.
2. Si te ves obligado a responder dile con tranquilidad: NO soy lo que tu piensas. O bien contesta con una broma.
3. Busca apoyo en tus padres, en un profesor o adulto en el que confíes.
4. Escribe una carta explicando lo que ocurre a tus padres, al director de la escuela o a algún profesor en el que confíes.
5. Habla con tus padres para no asistir a clase si eres víctima de acoso físico o psicológico.
6. Si eres objeto de chistes, burlas y bromas de mal gusto hazte de un grupo de amigos de tu barrio que te acompañen hasta la escuela y hasta tu casa, al menos mientras el acoso dure. En cualquier caso, no andes solo.
7. No estés cerca de tu acosador. No te fíes de él si quiere hacerse pasar por tu amigo.
8. Si un compañero te hiere con un bolígrafo o cualquier otro tipo de arma, pide a tus padres que lo denuncien a la policía.
9. Intenta que en tu colegio haya una página web donde niños que sufren acoso puedan contar anónimamente lo que les pasa.
10. Intenta que en cada curso un especialista de charlas sobre qué es el acoso y cómo afecta psicológicamente a quienes lo padecen, que incluso llegan al suicidio.
Jokin fue el primer caso conocido de suicidio por acoso escolar, tenía 14 años y la sociedad comenzó a tomar conciencia de que realmente estaba ante un problema.
¿No podemos hacer nada por los niños y niñas víctimas del acoso escolar? ¿Tenemos que dejar que sufran? Díaz Aguado, Catedrática de Psicología, señala en el `Laberinto de la violencia´ que el acoso escolar se trata de un fenómeno tan habitual en la cultura escolar que todos los alumnos tendrán contacto con él a lo largo de su vida académica bien como víctimas, agresores o testigos.
Tina R. Bernardo, psicóloga, afirma que si bien siempre ha sucedido, “ahora se ha desfasado la situación con las nuevas tecnologías. Con internet es facilísimo y anónimo”.
Fuensanta Cerezo, profesora de Psicología de la Universidad de Murcia se pregunta en ¿Qué es y qué no es bulliyng? “si la experiencia nos permite comprobar que la violencia interpersonal entre los escolares es un hecho y que solo en contadas ocasiones alcanza cotas de gravedad, ¿no será una forma de interacción común y por tanto aceptable?, ¿no estaremos tratando de dar una dimensión sensacionalista a algo cotidiano?”
A esto se contesta que nos ayudará a tomar conciencia de la dimensión de problema si pensamos que “las situaciones de violencia entre los escolares van mas allá de los episodios concretos de agresión y victimización. Cuando un sujeto recibe las agresiones de otro de manera sistemática y llega a ser su víctima habitual llega a percibir que su todo su entorno se vuelve contra él”.
¿Qué hacemos entonces? ¿Qué pueden hacer Ana, Jesús o Esther en este macabro juego en el que tienen el rol de víctimas? Ninguno de ellos utiliza el nombre que figura en su documento nacional de identidad, ninguno quiere identificarse, les sigue comiendo la rabia y la ira ante aquellos que los humillaron y los que se rieron por una necesidad de pertenecer al grupo.
El bullying es una variante de violencia escolar caracterizada por un comportamiento repetitivo de hostigamiento e intimidación que trae consigo el aislamiento y la exclusión social de quien lo padece. Nora Rodriguez, pedagoga y autora de Guerra en las aulas apunta que “tanto los bullies como los testigos mudos forman parte de un mismo circuito de miedo y necesidad”.
“Romper con la impunidad”
Es lo que exige el Informe Cisneros X que en 2007 llevaron a cabo los especialistas en acoso escolar Iñaki Piñuel y Araceli Oñate, del Instituto de Innovación Educativa y Desarrollo Directivo.
Para realizar el informe se entrevistó a 25.000 niños de entre 7 y 17 años de 14 comunidades autónomas. Las conclusiones fueron alarmantes: uno de cada cuatro niños españoles sufre acoso y 500.000 lo padecen de forma intensa.
Además de cada 100 alumnos entre 12 y 16 años, el 75% ha sido testigo de algún acto de violencia escolar; el 15% ha sido víctima y de éstas, ocho de cada diez ha sufrido maltrato emocional.
En el caso de la violencia escolar en general, tanto las víctimas como los agresores suelen ser chicos, algo que no ocurre con el acoso, en que la mayor parte de las víctimas son chicas.
Piñuel en una entrevista al magazine Kindsein afirma que ante los fenómenos violentos se practica el Síndrome de Negación Institucional, “se distorsiona la comunicación, se dice que son conflictos y no violencia”.
Cómplices silenciosos
Una de las claves de la violencia física y verbal es la acción en grupo. Se suele empezar con simples bromas que un grupo repite insistentemente. Poco a poco se van incrementando la intensidad y gravedad de las acciones a las órdenes de un líder que se ampara en el grupo. La víctima se convierte en una forma de reforzar la sensación de pertenecer a su grupo.
Un informe elaborado por dos investigadoras de la Universidad Complutense de Madrid indica que el 28% de los adolescentes madrileños encuestados aseguran que, aunque saben que la situación está mal y debería impedirla, no lo hace. Son los cómplices silenciosos, alumnos menos asentados en el grupo que tienen miedo de que si toman partido vayan contra ellos.
Más allá del acoso
El acoso escolar incluye violencia física, intimidación física, violencia verbal y violencia social (exclusión social, bloqueo social y manipulación social).
Esto queda de manifiesto en actos como no hablarle, reirse cuando se equivoca, insultarle o contar mentiras sobre ellos.
En ocasiones la situación es insostenible y las burlas llegan tan lejos que los niños afectados tienen que cambiar de domicilio. Como cuenta la madre de Ana, de Ponferrada: “la situación era insoportable. Ana no aprende a la misma velocidad que un niño normal, le cuesta más y ese es el motivo de las burlas de sus compañeros que llegaron a venir a mi casa a tirar huevos a las ventanas, romper las macetas, la agredían, le quitaban el bocadillo en el recreo y los profesores no hacían nada”. Al final Ana y su familia tuvieron que irse a vivir a un pueblo vecino.
Dan Olweus: la estrategia
El psicólogo noruego plantea una estrategia con la que ha reducido los abusos entre estudiantes en colegios de distintos países.
1. Crear un ambiente cálido en el hogar y colegio donde se destaquen y se preocupen de los intereses de los menores.
2. Las sanciones ante conductas agresivas deben ser estrictas, es decir, imponerse en cuanto ocurra un episodio. Pero estas sanciones no deben ser castigos físicos ni restrictivos.
3. Se necesita que se defina en el colegio quiénes serán las autoridades que, en forma permanente, se vinculen con los estudiantes, actuando como árbitros y modelo para los estudiantes.
CanalSolidario.org, 2010
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