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Educación abre una investigación por acoso a un niño de 11 años en un colegio vizcaíno
El menor ha dejado de asistir a clase y está en tratamiento psiquiátrico, mientras el centro niega que haya existido 'bullying'
M. JOSÉ TOMÉ | BILBAO.
El Departamento de Educación ha abierto una investigación en un colegio concertado vizcaíno ante la denuncia formulada por un padre por un presunto caso de acoso escolar. El niño, de 11 años, está en tratamiento psiquiátrico por un trastorno de ansiedad, ha dejado de acudir a las clases y las autoridades educativas han accedido a cambiarle de centro por voluntad de la familia, tras constatar «la gravedad» de lo ocurrido. Según el padre del menor, el chaval fue objeto durante seis meses de «continuas burlas, amenazas, humillaciones y agresiones físicas» por parte de un grupo de escolares ante la «pasividad» de los responsables del colegio, de orientación religiosa. El centro, por su parte, niega los hechos y sostiene que se abrió un «simple procedimiento informativo que se cerró al demostrarse que no hubo acoso».
Fuentes de Educación confirmaron que, tras la denuncia formulada por la familia, Inspección activó el protocolo de actuación previsto en estos casos y constató que en las aulas del centro se estaba produciendo un episodio de 'bullying'. «La situación ya está controlada», aseguraron. La normas de actuación, en estos casos, se ciñen a un guión muy estricto, que incluye la recogida de testimonios, las entrevistas con la dirección del centro y profesores, la familia de la víctima y los presuntos acosadores. «Todo el protocolo se ha seguido de forma puntual tras comprobar que se estaban produciendo actuaciones que no eran aceptables», apuntaron.
El menor, un chaval de constitución fuerte y brillante expediente académico, comenzó a sufrir el hostigamiento en octubre, según explica su padre. Unos meses después, el niño comenzó a buscar excusas para no asistir a clase. «Ya comenzaba los domingos por la noche. Un día le dolía un pie, otro la tripa... Empezamos a sospechar que pasaba algo».
El menor, finalmente, se sinceró a sus padres. Relató que unos chavales de su clase, «liderados por un cabecilla», no dejaban de meterse con él. «El saludo habitual al llegar a clase era: 'Hijo de puta, gordo, te tienes que operar las tetas'», relata el progenitor. «También hubo agresiones físicas, palizas en el patio o le hacían el pasillo para darle collejas. Él era la víctima propicia: no es obeso, pero está fuerte, es un estudiante aplicado y no le gusta el fútbol».
La familia se puso de inmediato en contacto con el centro. «El director nos dijo que desconocía la situación y pidió hablar con el niño. Nosotros accedimos esperanzados, confiando en que realmente iba a solucionar el problema». Según cuenta, el responsable del colegio «nos reconoció que había un problema serio, que había que resolver en el ámbito escolar». «Pero no hicieron nada en absoluto, el niño continuó sufriendo las burlas. Su tutor llegó a sugerirle que no hiciera nada y esperase a que el acosador se aburriese y le dejase en paz».
Traslado a Cruces
Los padres decidieron denunciar la situación ante las autoridades educativas tras una pelea ocurrida en el patio, en la que «el crío se defiende y es acusado de provocar el incidente». «A través de un compañero, mi hijo recibió un mensaje del cabecilla en el que le decía que si se lo encontraba fuera del centro le iba a matar». «Tras esto, desesperados, desamparados y desprotegidos, decidimos acudir al Departamento de Educación, donde nos hemos sentido escuchados y atendidos».
Pero ahí no acabaron los problemas. «Un día, a finales de abril, recibí una llamada del colegio porque el niño estaba indispuesto. Cuando llegué, le encontré sentado en el jardín, solo, pese a estar con un ataque de ansiedad, sudoroso, mareado. Llamé a Emergencias y una ambulancia le trasladó a Cruces». Es en el propio hospital donde los responsables médicos detectan el grado de estrés que sufre. Le recomiendan que deje de asistir a clase y comienza a recibir tratamiento psiquiátrico en el hospital de Basurto, que sigue en la actualidad.
Educación asegura que la situación está «controlada» y que el centro ha adoptado soluciones «de tipo pedagógico» para resolver el problema. Según aseguraron, la colaboración del colegio para atajar las conductas irrespetuosas «ha sido total». Respecto al cambio de centro educativo, Educación insiste en que el informe favorable al traslado se debe a que fue una petición de la familia que «se consideró oportuna ante el estado del niño. En ningún caso, la solución a un problema de acoso consiste en trasladar a la víctima de centro, sino en adoptar medidas educativas para reparar el daño», añadieron las mismas fuentes.
Fuentes de la dirección del colegio insisten en que «no ha habido ningún caso de acoso», aunque reconocen que han podido existir «peleas u otros incidentes que son normales entre chavales». Según su versión, Inspección abrió un proceso informativo que se cerró «con la conclusión de que no hubo nada irregular». «El colegio se ha puesto a disposición del alumno y su familia para que pudiera continuar con los estudios, a pesar de no poder asistir a clase por su enfermedad», apuntaron. El padre, por su parte, lamenta que «salvo un profesor, ningún responsable del centro se ha interesado nunca por nuestro hijo». «Lo único que han pretendido es acallar lo que ha sucedido. Mi hijo está psicológicamente hundido, mientras los acosadores han salido impunes».
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