Vagabundo
Los padres “helicóptero” causan 3 de cada 10 casos de acoso hacia el profesorado, según manifiesta el Defensor del Profesor, a través de la Coordinadora nacional del sindicato ANPE, Sra. Sequera
En honor
a mi hija y a las miles de víctimas que siguen sumándose vergonzosamente y,
especialmente, en memoria de Jokin Cebreros fallecido en 2004, tras tirarse de
la muralla de su localidad, Hondarribia, primer caso conocido y constatado de
acoso escolar en España, pero no el primero desgraciadamente; de Carla Díaz
Magniem fallecida en 2013, tras lanzarse a los acantilados en Gijón con sólo 14
años; de Sarai Mondragón, joven colombiana con 13 años; de Mónica Jaramillo de
15 años, de Arancha, chica de 16 años que se tiró desde un 6º piso en Usera; de
Diego un chico de 11 años que se tiró de un quinto piso, hace tres años; de
Alan de 17 años hace tres años; de
Lucía, joven murciana de 13 años que se quitó la vida hace un par de años, de
Unai con 12 años; de Zulima de 16 años que se quitó la vida hace escasamente
dos años; de Elisabeth en Navarra, joven
de 17 años; y los muchos que quedan, y me temo, se sumarán a estas cínicas y
míseras esquelas obligadas por inacción, negligencia, complacencia y cobardía
de quienes debieron protegerlas… todos/as ellos/as de una forma u otra
obligados/as a ir a un lugar donde lo de menos era el aprendizaje,
socialización y cooperación, como tan repetidamente se nos cuenta…
Los padres “helicóptero” causan 3 de cada 10 casos de acoso hacia el profesorado, según manifiesta el Defensor del Profesor, a través de la Coordinadora nacional del sindicato ANPE, Sra. Sequera
(Consúltese Informe-defensor-profesor-sindicato-anpe-datos-acoso-escolar-profesores-curso-2018-2019/
)
Pongámonos en
situación: por ejemplo, supongamos que tu hija/o sufre acoso escolar y pones en
conocimiento el caso a los colegios. ¡Craso
error!: el acoso escolar no existe, por ello ningunearán el tema y lo reducirán
a las repetidas frases de “son cosas de niños” y “aquí nunca ha pasado”. Haz
caso a los buenos consejos del cole. Vete contento y tranquilo para casa, ya
que en horario escolar tu quejica niño está en buenas manos.
Si ves que este supuesto minante proceso de desgaste y
hundimiento psicológico va a más y comienzas a ver a tu hija/o somatizando la
enorme angustia, depresión, falta total de autoestima e incluso estrés
postraumático, ¡no pasa NADA!
Se
dice, se cuenta, que hay víctimas que llegan a suicidarse, pero eso no ocurrirá
con tu hijo. Ya te dijeron en el cole, directores e incluso inspección que no
hay nada que temer. Sólo son cosas puntuales, típicas de niños y poco más. Al
fin y al cabo, ellos están alertas y vigilantes con cada niño para que en sus
sacrosantos colegios no sucedan ni se consientan casos de bullying o acoso
escolar. Es decir, no seas “coñazo” y atiende a las amables y consecuentes
palabras de gran parte del profesorado y de quienes canalizan y dirigen sabiamente.
Ellos saben lo que hacen, siempre por supuesto, quieren y buscan lo mejor para
el alumnado que atiende. Cuidan con dedicación, respeto y cariño a tus vástagos,
eso dicen; habrá que creerlos y confiar en ellos. Es lo único que nos piden a
los padres/madres: confianza, señores. Nada más.
Si pasa el tiempo y ves
que psicológica y anímicamente tu hijo parece
derrumbarse y muestra rasgos depresivos, distimias, ataques de ansiedad,
incluso de ira por impotencia hacia lo que le ocurre, si está siempre solo,
amargado, se autolesiona, está triste, llora, no quiere ir al colegio, se pone
curiosamente enfermo los domingos por la tarde/noche, dejan de contar con el/ella,
incluso posibles amistades anteriores, bajan sus notas, pierde el apetito y su
autoestima se derrumba, se frustra a menudo e incluso agresivamente te
responde; si incluso pierde la ilusión de salir de paseo o coincidir con
posibles compañeros en determinados lugares; si sufre pesadillas, e incluso
chilla y solloza en mitad de la noche; si la escuchas que se quiere morir, si
la motivación que antes tenía por determinados asuntos se exilia de ella; si
incluso charla menos en familia y se inhibe, muestra inseguridad excesiva, no
quiere hablar del colegio, de antiguos compañeros y se vuelve introvertida, no te preocupes padre/madre.
Cuando
hables con el colegio te dirán que es la edad, o que, si tenéis problemas
intrafamiliares, si tiene celo de algún hermano e incluso si tu hijo tiene
problemas psicológicos de adaptación, etc. pero por supuesto no ligado al clima
escolar, ya que este es extraordinario sin duda alguna. Se atreverán incluso,
llegado el momento, a invitarte a que lo lleves a algún psicólogo por ellos
conocido, con una gran profesionalidad -te dirán-, curiosamente cercano a la
apología del centro, por aquello de que el propio colegio le busca una
suculenta clientela. Por supuesto, como es de bien nacidos, el agradecimiento
de este psicólogo en modo alguno empañará con sus informes y recomendaciones la
transparencia virginal de dicho centro y sus actuaciones. No lo olvidemos, en
aras de cuidar y proteger al alumno. ¡Faltaría
más!
Con todo ello, después de gastaros, padres y
madres, unas jugosas minutas para aupar la angustiosa y liliputiense autoestima
de vuestro retoño, y aunque no veáis resultados positivos, se os dirá que hay que dar tiempo al alumno, que no os
precipitéis y que sigáis creyendo en lo que esos extraordinarios profesionales
de la docencia os digan.
En modo alguno, seáis pesados ni os preocupéis por el
sobresaliente y preocupante deterioro anímico-emocional de vuestro hijo. No sea
que lo sobreprotejáis. Incluso ni caso si, alguna vez, vuestro hijo se
pronuncia por activa/pasiva o subliminarmente por “quitarse de en medio”.
Seguramente quienes te “ayudan” te dirán que son simples llamadas de atención
del niño porque quiere buscar protagonismo y ser el centro de atención, y poco
más… ¡Ellos sí que saben cómo actuar!
Si, por
el contrario, dudas de lo que te dicen y repiten esos amables profesionales y
empáticos conductores de la Educación de tus hijos cuando lo pones en su
conocimiento, sin darte cuenta
te estarás “equivocando” y quizás, quizás hagas que los problemas de tu hijo en
las aulas aumenten, ya que tu conducta errónea, proteccionista y -dicen-
exigente, podrá dar lugar a posibles “daños colaterales” hacia ti y tu vástago.
Te habrás convertido en un peligroso padre
“helicóptero” y, con ello, en un peligro manifiesto para el bien común y
ambiente escolar. El sistema educativo y todos sus asteroides institucionales
relacionados se unirán para conseguir la caída de ese molesto padre/madre
“helicóptero” y con ello la restauración para que la calma y el buen
funcionamiento del sistema escolar salga adelante. ¡Poner
en duda la credibilidad de este Sistema Educativo. Faltaría más!
Se buscarán coartadas
falsas, se denunciará falsamente a la familia, se tergiversarán contextos,
situaciones y hechos, se firmarán falsos informes, liderados por Inspección,
para intentar dar la imagen pulcra de acciones realizadas y celo hacia el
alumno-víctima y ya, chivo expiatorio.
Se orquestarán en demasiados casos
alineaciones de compañeros, profesorado y AMPAS para erradicar cualquier conato
de dejadez/inacciones/negligencias e incluso prevaricación.
Se fabricarán
campañas de descrédito, acoso y derribo hacia la víctima y sus familiares; se
propagarán bulos y rumorologías para que el “confundido”
padre/madre “HELICÓPTERO” entienda que no debe denunciar o poner en duda la
honestidad y buen hacer de todo un sistema educativo.
En definitiva,
se propagarán tóxicas y envenenadas argumentaciones para que la máxima: “Divide
y vencerás” haga su trabajo y con ello, la exclusión total de víctima y
familia, ya no sólo en el ámbito escolar, sino incluso social próximo.
Caso cerrado. Caso
desconocido, caso no existente. Habrá llegado
la paz social, la que infringieron padres/madres “helicóptero”
cuando comprueban que sus retoños van muriendo día a día. Algunos, no pocos, ya
enterrados.
Aprovecho
la ocasión para disculparme públicamente con el “Defensor del profesor” de ANPE
y Coordinadora ya que, sin ser consciente, di, parece ser, errónea y negligentemente, toda la credibilidad a mi hija en
su paso por los distintos colegios presenciales por los que deambuló; pesar
de informes de especialistas médicos, asociaciones ligadas al Defensor del
Menor, a psicóloga criminalista y un largo etc. que constataban el temible
sufrimiento padecido por ella a causa del acoso escolar sufrido y sus múltiples
heridas y somatizaciones que han hecho mella en ella, siendo ya irreparables
las secuelas, esencialmente psicológicas y sociales que arrastrará de por vida.
Disculpen Sres. por
tomar en consideración lo que, con tan sólo 10 años, esa niña le dijo a su
pediatra: “Quererse
morir por lo que estaba viviendo en su colegio”.
Disculpen
Sres. por tomar en consideración tantas noches
de insomnio, cuando no pesadillas en muchas madrugadas, chillando en no pocas
ocasiones y contándome como determinados “maestros” y compañeros le daban de
lado o se burlaban de ella.
Disculpen
Sres. por asustarme
cuando obsesiva pero inconscientemente
se hacía sangre rascándose compulsivamente el brazo.
Disculpen
Sres. cuando me entristecía porque excluida
y discriminada, nadie contaba con ella ni era invitada a reuniones, juegos o
cumpleaños. Si acaso usada para ser motivo de burlas e increpaciones.
Disculpen
Sres. por tener en consideración los dolores
de estómago que mi hija decía tener en no pocas ocasiones los domingos por la
noche o tras las vacaciones reglamentarias y llevarla al médico.
Disculpen
Sres. por el preocuparme por cosas tan nimias como el estrés postraumático, el cuadro
ansioso-depresivo, la gran frustración, baja autoestima, tristeza enquistada,
exclusión total con el grupo de sus iguales y demasiadas secuelas que
desgraciadamente arrastra y seguirá arrastrando como equipaje de esos años
sufridos.
Disculpen
Sres. por tener la osadía de denunciar varias veces a Fiscalía y al Juzgado a
tantos colegas e instituciones que ustedes tan “dignamente” defienden; tan dignamente que, en no pocas
ocasiones. parecen abogados del Diablo. Denuncias obligadas por las campañas de
acoso institucionalizado y chantajes zafios que yo y mi familia hemos y
seguimos siendo sometidos.
Disculpen
Sres. porque con mi osadía de intentar
ayudar a mi hija ha habido y hay gravísimos “efectos colaterales” hacia ella y
mi familia; tanto que en su momento se me denunció por supuesta desprotección
hacia mi hija.
Disculpen
Sres. por mi absurda visión de ver tirada
a la basura la infancia y adolescencia de esta niña ya mujer.
Disculpen
Sres. por tantas y tantas noches sin dormir y por absurdamente verme obligado a dejar mi trabajo durante 3 eternos años, incluida las varias lesiones en la retina de mi ojo derecho por somatizaciones. En definitiva, paranoias de este que se disculpa como algún que otro avezado e inteligente colega suyos, sugirió.
Disculpen
Sres. por todo eso y muchísimo más
Disculpen
Sres., en definitiva, por ser lo que ustedes denominan un “PADRE “HELICÓPTERO”. Discúlpenme, de verdad.
Sin embargo, he de
decir en mi defensa que hay que ser ¡MUY HIJO/A PUTA! para hacer daño a cualquier persona; más aún
en este caso a una niña, sea ese gravísimo daño
por comisión u omisión y venga de
quien venga. Supongo que al menos coincidimos en eso, sindicalistas del Defensor
del profesor y Coordinadora.
He de aclararles que, por estos lares, la malsonante y vulgar expresión ¡HIJO
PUTA! no debe ser tomada
literalmente en cuenta, dado que entenderán que una madre no tiene culpa alguna
de que dé a luz a un futuro ¡HIJO PUTA! Sin embargo, como ustedes sabrán y entenderán, por referencias al
vástago, se califica a sí al MALNACIDO en cuestión. La madre,
evidentemente podría incluso ser una santa hembra. De todos es sabido que el HIJO PUTA no nace, se hace, se desarrolla, se reproduce e incluso, se muere.
Lo dicho, Defensores
del Profesorado Y Coordinadora nacional, Sra. Sequera : Hay que ser ¡MUY
HIJO/A PUTA!. Y ahí podemos entrar TODOS. Así que, aprovecho este momento y nomino
a todos aquellos HIJO/AS DE PUTA que por comisión u omisión
han dañado muy gravemente no sólo a mi hija, sino a todas aquellas
víctimas de este consentido cáncer cínico y cobarde denominado acoso escolar.
Para aquellos HIJO/AS
DE PUTA que se sientan incómodos por el calificativo, considérense sencillamente
MALNACIDOS.
Desgraciadamente
puedo constatar y afirmar que conozco a demasiados.
Manuel Rodríguez González, supuesto padre
“helicóptero”, integrante sin duda alguna de esa fabricada estadística
de un tercio que parece ser, acosamos al profesorado. (Y sigo pensando: ¡Cuanto HIJO
PUTA anda suelto!)
D.E.P.
Nota
última:
Quiero aclarar a lectores
y detractores que todo lo que en estos blogs comento es sencillamente producto
de mis suposiciones, de mi dura experiencia y de las muchas hostias que el
poderoso establishment reinante me ha infringido a lo largo de demasiados años;
tantos como los que lleva siendo "puteada" una joven de 20 años desde
su más tierna infancia. Por tanto, estas presunciones y suposiciones
interprétense como simples opiniones y reflexiones personales. Que cada
cual las entienda procedentes o no. Yo desde luego me las creo, aunque me reservo
esa supuesta “paranoia” con la que a algunos malnacidos les encantaría
etiquetarme. Quede ahí ese frágil "escudo anti hostias" por lo que pudiese pasar…
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1 comentario:
Totalmente de acuerdo con todo. El sistema escolar no funciona, no empatiza y no está preparado, hay profesores con casi 60 años que están hasta las narices de niños y no ayudan en absoluto ante situaciones de este tipo y si el niño (cómo es mi caso) es inquieto, nervioso pero estudioso, no importa, no empatiza, no valoran que haga todo en clase, solo que es revoltoso y te mandan mil notas pq habla o pq se ríe o pq se mueve... Es un desastre el sistema educativo y por supuesto, son intocables y se creen intocables a parte de tener la verdad absoluta de todo.
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