Quienes somos víctimas del temible acoso escolar o bullying: víctima y familiares cercanos, hemos sido maltratados, vejados y perseguidos no sólo por un/a vulgar macarra y sus pandilleros secuaces. Cuando nos hemos vistos obligados a denunciar esta situación de desprotección, violencia física y sobre todo psicológica, dada la más absoluta indefensión, inacción y ninguneo de los supuestos garantes; en este caso colegios y entramado educativo, el efecto resultante ha sido el llevar a la práctica ese dicho tan conocido: “la mejor defensa es un buen ataque”; ataque basado especialmente en la política de “Divide y vencerás” Para ello las direcciones de los colegios, guiados por esa especie de policía política denominada Inspección, comenzará una guerra sucia de bulos, rumores y descréditos no sólo hacia la víctima principal, sino lo peor hacia la familia, a la que se le tildará frecuentemente de inadaptada, desestructurada, conflictiva y negligente, en el mejor de los casos; rumorología que usará como elementos dispersadores y tóxicos no pocas veces a las propias asociaciones de padres, frecuentemente alineadas y seleccionadas por las propias direcciones de los centros implicados. En esa caza de brujas, el oscurantismo, mezclado con bastante ignorancia y no pocas veces la falta de ética, cuando no embadurnada de un exceso de cinismo, hará que ese tóxico gas rumorológico dañe hasta las entrañas a esa familia que un día se vio obligada a denunciar. Rumores y bulos que se acrecentarán cuando entren en juego no sólo falseados informes del entramado educativo; sino además de apandadores cómplices de otras instituciones: Servicios Sociales, Familia y Menores y un extraordinario contubernio de vergonzosos trepas y correveidiles pandilleros adoctrinados, cuya misión final será “mostrar la supuesta limpieza ética y garante de las instituciones implicadas”, con tal de que se escaparate corrupto brille y sea publicitado como virginal e íntegro.
Si las situaciones de maltrato y acoso se reproducen y se destapan, las instituciones públicas implicadas se encargarán de manipular las cifras, resultados y crudas realidades de este terrorismo institucionalizado del acoso escolar para reconvertirlas en una imagen pulcra de interés, preocupación y atención hacia las víctimas; víctimas que según “sacrosantos” dirigentes políticos y burócratas asociados se minimizarán y casi erradicarán hasta quedar el fenómeno vergonzoso y venenoso del acoso en prácticamente “burdas excepciones”; y con ello recalcar esa famosa frase cobarde y falsa que tanto repiten la inmensa mayoría de responsables de los colegios: “En este colegio no hay ni ha habido caso alguno de acoso escolar”.
Mientras tanto, cada día se suman más casos de este cáncer silencioso y cobarde, que sufrirán jóvenes y familias; jóvenes afectados de por vida por esas secuelas perdurables en forma de frustración, estrés postraumático, inseguridad, labilidad emocional, exclusión y no poca agresividad latente y amargura; marcadas no sólo por el hierro candente del aprendiz de psicópata de turno, sino, quizás lo peor, por las instituciones que se presumían garantes y defensoras de los derechos de los afectados, pero que con una sobredosis de cinismo, hipocresía, síndrome de negación, inacción, ninguneo y mucha mucha cobardía, miraron hacia otro lado, se desligaron de sus deberes en el mejor de los casos e incluso se atrevieron a crear bulos y denunciar miserablemente a aquellas familias que se vieron obligadas a denunciar tan graves actos hacia sus hijos.
En la sombra, autoridades judiciales que siguen bostezando a menudo ante tanto desalmado institucional, con una impresión particular de incomodidad, dejadez o sencillamente complicidad pasiva antes hechos que presumo enquistados. Pero es sólo mi impresión, ¿o no?
Y es qué resulta muy fácil y barato joder y arruinar la armonía y derechos de tantas familias, en un prostituido país que presume de ser muy avanzado e igualitario! Democrático cuentan…
1 comentario:
hola muy buen comentario sobre el bulliyng, es un tema que todos sabemos pero muchos no lo ponen en practica, y si es cierto debemos de denunciar este tipo de abusos porque en cierta manera si no lo hacemos estamos siendo cómplices.
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