Montse solo tenía once años pero se quería morir. “Fue muy triste para mí, todos me excluían, nadie me hacía caso, me hacían sentir muy mal…"
Alejandro tiene 16 años y no sabía cómo enfrentarse a esos compañeros que le escupían, le pintaban la camiseta, y le ponían la zancadilla.
Adriana sufrió desde los 9 años agresiones verbales y posteriormente ataque psicológico a través de Facebook.
En ocasiones en bullying comienza con tan solo 8 años y se prolonga durante la adolescencia. Los jóvenes que lo sufren, les cuesta contarlo y esto les provoca cambios de actitud, ansiedad y hasta desórdenes alimenticios. En ocasiones, logran romper el miedo y se dedican a ayudar a otras víctimas. Otras veces, las secuelas del bullying les acompaña años después de abandonar el colegio.
La organización británica contra contra el acoso juvenil, 'Beat Bullying', alerta de que el problema es más serio de lo que parece ya que "en la UE el acoso y maltrato por bullying lo sufren alrededor de 24 millones de niños y jóvenes al año".
Montse: Con 11 años se quería morir
Montse solo tenía once años pero se quería morir. “Fue muy triste para mí, todos me excluían, nadie me hacía caso, me hacían sentir muy mal…" Que estaba gorda, que parecía una ballena..." y las burlas siempre venían de unos compañeros en particular. Su actitud cambió, se volvió rebelde y grosera pero lloraba debajo de las mesas. Pero Montse era una niña valiente y se lo contó a sus padres. Su madre María Elena afirma que en el Centro no hicieron nada porque veían normal que los niños se pelearan entre ellos y y decidieron cambiarla de centro. "Ahora tengo una amiga", reconoce la pequeña.
Alejandro: Sus compañeros le escupían y pensó que lo mejor sería ser un delincuente
Alejandro tiene 16 años y no sabía cómo enfrentarse a esos compañeros que le escupían, le pintaban la camiseta, lo empujaban y le ponían la zancadilla hasta que no pudo aguantar más y se lo contó a su madre. Este joven, aplicado y responsable llegó a decir que prefería ser un delincuente antes que hacer las cosas bien. Su madre le cambió de colegio y hoy con 20 años ha logrado superar el acoso aunque piensa que nada podrá recuperar el tiempo perdido con la violencia.
Adriana: Sufrió bullying durante cuatro años
Adriana sufrió desde los 9 años agresiones verbales y posteriormente ataque psicológico a través de Facebook. Era la nueva, su familia se había trasladado desde el extranjero y en su primer día de clase una compañera se lo avisó: "Te vas a quedar sola" y así fue.
Los días siguientes nadie jugaba con Adriana en el recreo, ni la hablaban, ni le prestaban las cosas. Los años pasaron y las agresiones comenzaron a llegara a través de las redes sociales. La joven recibía constantes mensajes de hostigamiento, los padres trataron de poner fin a ese acoso pero no sirvió de nada por lo que decidieron cambiarla de centro y poner fin así a cuatro años de bullying.
Óscar: Bebió líquido para desatascar tuberías para no ir a clase
Es probable que no pueda volver a comer de forma normal pero eso no le preocupa porque lo que realmente le causa pánico es su escuela.
En este caso, los problemas de este joven de 13 años comenzó con el acoso de una profesora. El muchacho, que padecía incontinencia urinaria, debido a un accidente con un testículo, no contaba con el permiso de su maestra para ir al baño y provocó que se hiciera pis en los pantalones. Las risas y burlas de los compañeros no se hicieron esperar y a partir de ahí comenzó su verdadero calvario.
A Óscar le daban crisis que le provocaban diarrea y vómitos y sus visitas al baño eran muy frecuentes... cuando la profesora le daba permiso. En una ocasión vomitó dentro del aula y la maestra le obligó a limpiarlo.
Estas horribles situaciones provocaron que una noche, Óscar llegó a un punto de no retorno e ingirió un líquido para desatascar tuberías. Le tuvieron que operar de urgencia pero las heridas más difíciles de curar serán las psicológicas.
Carla: La ansiedad le hacía comer y engordar empeoró el acoso
“Empecé a sufrir acoso a los 8 años. Yo cursaba tercero de primaria. Era una niña extremadamente tímida y cerrada por lo que supongo que ya tenía una predisposición a que me acosaran. Ir a la escuela para mí era horrible, aparte de que sacaba malas notas, me sentía extremadamente sola, apartada y marginada. Veía a todos los niños sonriendo, divertirse en el recreo, yo estaba la mayoría de veces sola. Empecé a experimentar ansiedad y empecé a comer. Llegaba del colegio y comía a todas horas, gracias a eso llenaba mi vacío, llenaba mi miedo, apartaba mi dolor, y por algunos momentos me sentía mejor. ¿Qué pasó? Engordaba y cuanto más subía de peso, más recibía insultos de "gorda", "fea", "rara" como también de "inútil", "no sirves", "eres tonta", "poco harás" etc.”
Así comienza Carla Herrero a contar su historia. Durante ocho años fue víctima del acoso de sus compañeros de colegio. Lo que comenzó con motes e insultos, fue derivando en una espiral que acabó con su autoestima. “Siempre me han etiquetado, siempre me han juzgado, no me sentía querida en la escuela y huía. Huía de mí, huía de los que querían ayudarme y huía de aquellos que trataban de entender el por qué de mi carácter tan callado, por así decirlo”
Se convirtió en una persona aún más introvertida, se aisló de todos y de sí misma. A los once años decidió integrarse en un grupo, pero tropezó con una líder que manejaba a los demás, y los insultos y vejaciones continuaron. "Me levantaba cada mañana, me miraba al espejo y literalmente no me soportaba. Me sentía mal con mi cuerpo, con mi cara, con mi cabello, con mi piel, con mi voz. Me sentía un obstáculo y un problema, sentía que nada tenía sentido, que nada me llenaba ni me hacía feliz. La chica que nunca tiene problemas, la chica que puede soportar que la insulten cada día, la chica que permitía que le quitaran la silla y se cayera de espaldas... Aquella chica que gritaba en silencio y nunca era escuchada"
Porque, como tantas víctimas, nunca se lo contó a nadie. Carla se callaba su sufrimiento, algo de lo que ahora se arrepiente. "Me arrepiento cada día por no haber dicho las cosas en su momento. El acoso me ha traído muchos problemas, algunos de ellos graves, que han puesto en riesgo mi salud. Mis padres han sufrido siempre por mí. Me apena mucho no haber sido capaz de decirlo en su momento, me apena haberlo callado. El acoso me había silenciado y cuando quería confesar algo, lo hacía a cuentagotas. Pero me rendí. Me dije a mí misma: `puedes con esto, es una situación absurda, ¿para qué preocuparlos?". Hoy, anima a todos los que sufren acoso a contárselo a sus padres.
El maltrato marcó su periodo escolar, en especial la educación primaria. Fue al cambiar de centro para iniciar el Bachillerato cuando se dio cuenta de sus heridas y empezó a hablar. "Yo creía que no podría hacer nada en la vida, que jamás podría acabar el bachillerato, ni siquiera empezarlo, creía que jamás llegaría a la universidad. Creía que era totalmente inútil, porque así me lo habían hecho creer. Al comenzar el bachillerato de ciencias, gracias al ánimo de mis padres, fui creciendo como persona y levanté cabeza". Sus profesores también la ayudaron. "Me superé a mi misma, me di cuenta de que podía ser una estudiante excelente, que podía llegar a la universidad, y por primera vez me sentí feliz por estudiar. Guardo un profundo amor a este instituto y a sus profesores, porque gracias a muchos de ellos sigo teniendo fe en la educación como también siento un gran respeto por la profesión de docente"
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