Vagabundo
A 2 de mayo, nos encontramos con el Día internacional contra
el bullying o acoso escolar. Una jornada para supuestamente visibilizar y ser
consciente de este muy dañino terrorismo, esta lacra, este cáncer
socio-educativo, pero me temo, sólo cara a la galería social.
Siguen disfrazándose y ocultándose cifras por el máximo
responsable: El Sistema Educativo de turno. Es cierto que hemos pasado, en 14 dilatados
años, del “gran paso” de “no existir” (cual vulgar pandemia
originada por un extraño virus) a producirse casos excepcionales y muy
limitados, según manifiesta Inspección y Altos cargos del Sistema Educativo
correspondiente. Esa “enorme y privilegiada concienciación” se debe, desgraciadamente,
a que hasta el suicidio inducido de Jokin Cebreros en 2004, los casos de
suicidios debido al acoso escolar, por no pocos chavales, eran etiquetados como
supuestos y burdos suicidios, y nada más. El origen no interesaba, no existía
el acoso en las aulas según terceros implicados e interesados; y es que cuando
un caso no se conoce, aunque haya pasado, sencillamente pasa a ser ocultado, a
no existir. Caso cerrado.
A día de hoy, si hacemos caso de las cifras que se manejan
por el Sistema Educativo, éstas apenas llegan al 3-5% máximo; eso sí, según
estos, la mayor parte sucede fuera de los límites del terreno físico del centro
educativo; “ciberbullying” dicen, como si previamente este peligroso afluente
del bullying, no se originase esencialmente en el entorno escolar. De paso
siguen barriendo “pa fuera” y con ello, negando realidades.
Por el contrario si hacemos casos de organizaciones tan conocidas
como “Save the Children”, “UNICEF” e incluso prestigiosos estudios como los “Informes Cisneros”,
publicados por Araceli Oñate e Iñaki Piñuel, refieren en torno al 25-30%.
¿La diferencia entre cifras?. El Sistema Educativo, tras la
enorme cantidad de casos que van apareciendo y conociéndose, admite a
regañadientes esos mínimos; no sin antes intentar desacreditar y extorsionar si
hace falta a las víctimas y familias, que finalmente desesperadas se sienten
obligadas a denunciar. Por tanto SOLAMENTE admiten los casos más graves; esos
que, gracias a la concienciación, formación y ética de determinados Jueces son
los que finalmente salen con una condena firme.
Hay mucho que andar, mucho que pelear para que esa balanza de cifras escandalosamente minimizada y desequilibrada se corrija y, sobre todo, se erradique de verdad. En este control y equilibrio necesarios entramos todos. Hay que acabar con el ninguneo, oscurantismo y cinismo que rodea a todo el entorno enfermizo y eso pasa no sólo por hacer frente al hostigador y ser solidario con la víctima, sino quizás lo más importante, por denunciar a quienes hostigan y a quienes están obligados a custodiar a los alumnos que al menos, en horario lectivo corresponde al Centro educativo; Centros que, lejos de implicarse, se escudan en un sistemático Síndrome de Negación y mirar a otro lado, asesorados desgraciadamente por quienes deberían INSPECCIONAR hechos y no ser meros y cínicos asesores unilaterales de los centros en cuestión.
2 de mayo, día internacional contra el acoso escolar o
bullying. En verdad, ¿algo que celebrar? No seré yo quien lo haga.
Hay mucho que andar, mucho que pelear para que esa balanza de cifras escandalosamente minimizada y desequilibrada se corrija y, sobre todo, se erradique de verdad. En este control y equilibrio necesarios entramos todos. Hay que acabar con el ninguneo, oscurantismo y cinismo que rodea a todo el entorno enfermizo y eso pasa no sólo por hacer frente al hostigador y ser solidario con la víctima, sino quizás lo más importante, por denunciar a quienes hostigan y a quienes están obligados a custodiar a los alumnos que al menos, en horario lectivo corresponde al Centro educativo; Centros que, lejos de implicarse, se escudan en un sistemático Síndrome de Negación y mirar a otro lado, asesorados desgraciadamente por quienes deberían INSPECCIONAR hechos y no ser meros y cínicos asesores unilaterales de los centros en cuestión.
La balanza, en cualquier caso, sigue escandalosamente
desequilibrada y, con ella, el sufrimiento, exilio, traumatismo, cuadros
ansiosos-depresivos, estrés postraumático y demasiado dolor en víctimas y
familias.
En memoria de Jokin Cebreros fallecido en 2004, tras tirarse
de la muralla de su localidad, Hondarribia, primer caso conocido y constatado de
acoso escolar en España, pero no el primero desgraciadamente; de Carla Díaz
Magniem fallecida en 2013, tras lanzarse a los acantilados en Gijón con sólo 14
años; de Sarai Mondragón, joven colombiana con 13 años; de Mónica Jaramillo de 15
años, de Arancha, chica de 16 años que se tiró desde un 6º piso en Usera; de Diego
un chico de 11 años que se tiró de un quinto piso, hace poco más de dos años; de
Alan de 17 años hace un par de años; de Lucía, joven murciana de 13 años que se
quitó la vida hace poco más de un año, de Unai con 12 años; de Zulima de 16
años que se quitó la vida el pasado 19 de noviembre; de Elisabeth en Navarra, joven de 17 años; y los
muchos que quedan, y me temo, se sumarán a estas cínicas y míseras esquelas
obligadas por inacción, negligencia, complacencia y cobarde de quienes debieron
protegerlas… todos/as ellos/as de una forma u otra obligados/as a ir a un lugar
donde lo de menos era el aprendizaje, socialización y cooperación, como tan
repetidamente se nos cuenta…
D.E.P.
1 comentario:
Muy de acuerdo con todo lo que dice. Basta ya de maltrato docente por acción u omisión de socorro, amparados por la falta de transparencia en los centros escolares y la corrupción de inspectores, orientadores, concejalías de Educación, cuerpos medicos de Sanidad, fiscales, jueces y políticos.
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