Vagabundo
Resulta muy triste haber conocido, en esta docena de años largos que junto a mi hija llevo soportando el acoso y derribo escolar, social e institucional a demasiados testigos cómplices y cobardes, mal denominados testigos pasivos a secas. Algunos mudos. Otros incluso proactivos, pues lejos de implicarse y defender a la víctima la utilizan cual árbol caído para dañarla aún más e intentar ser reconocidos por el grupo de hostigadores. Son los típicos “perros falderos y trepas” que suelen ejercer un papel de auxilio y reconocimiento pseudosocial respecto al depredador principal de esa organización tóxica y perversa. Pretenden entrar en la pirámide cobarde que el hostigador y sus secuaces construyen con el fin, unas veces, de subir peldaños en esa organización mafiosa; otras simplemente para no ser objetivos de ese clan violento y mísero, porque no pocos de ellos han conocido de algún caso de gente próxima a ellos que sufrieron esta lacra socio-educativa y temen ser los siguientes.
Respecto a los testigos mudos es fácil detectar sus distintas formas de ejercer esa pasividad cobarde y, a la postre, esa complicidad que dota de gran poder al pseudolíder de la manada, pues ello incrementa notablemente el ego de este tipo de sujetos. Esa complicidad pasiva y cobarde suministra al posible aprendiz de psicópata aventajado una sobredosis de narcisismo y reconocimiento de sentirse el (falso) centro de atención, el “amo”. Un verdadero “chute” de autoestima artificial a costa de una víctima más.
He de confesar que he conocido a demasiados testigos pasivos y cobardes. He de reconocer que cada uno de ellos me defraudó y me infringió con sus actitudes frías y distantes mucho dolor y una enorme desilusión, a pesar de que entre ellos se encontraban supuestos amigos e incluso familiares. Entre esos testigos mudos y cobardes hay quienes miran a otro lado porque temen entrar en conflicto con terceros, a pesar de que son conscientes de que hay un claro daño hacia la víctima. Son individuos muchas veces ligados a la víctima: Compañeros, supuestos amigos o relacionados con el núcleo principal de ese hostigamiento sufrido: profesores, psicólogos, médicos, asistentes sociales, abogados e incluso familiares. Cuando se les pide auxilio o cierto compromiso, a menudo se esconden en absurdas lógicas interesadas, pero nada éticas ni coherentes; evitan tomar parte en el asunto porque ello les incomoda y coloca en una situación poco interesante frente a terceros; algunos reconocen en privado que ello les puede causar enfrentamiento con superiores o simplemente problemas que es mejor no mostrarlos. En definitiva, se agarran a la frase hipócrita y nada ética:
“No quiero problemas”
Seguramente las palabras que más duelen y más daño hacen; tanto o más que la que pueden infringir los propios hostigadores porque vienen de personas a las que, en principio, se les ha elegido, se ha creído en ellas, se les ha suministrado una sagrada información personal e íntima, se les ha pedido ayuda, colaboración, cooperación, solidaridad, implicación, empatía…
“No quiero problemas”: Frase de tres únicas palabras que finalmente se diluyen, se tornan vacías, como esa llamada única y de auxilio antes de ser condenado y linchado. Frase que coarta solidaridad, esperanzas, justicia y dignidad; esas que apenas vemos y sentimos ya, cuando tras llamar a tantas y tantas puertas se nos cierran sistemáticamente, sin tener la posibilidad de expresar el demasiado daño que venimos arrastrando y soportando víctimas y familia.
Sólo me queda preguntar, ¿qué pensarás tú, potencial víctima en un posible futuro cercano, que quizás te hayas acomodado en esa frase socorrida pero tremendamente cínica cuando seas presa de ese terrorismo psicosocial?...
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio, porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar
guardé silencio, porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar
Martín Niemöller 1946
3 comentarios:
Esta terrible realidad que describes es tan asumida por el resto de los congéneres que da mucho miedo enfrentarse. Quizás por eso nadie quiere problemas. Y es que el círculo vicioso del terror es así de cruel y de real. Sólo introduciendo dinámicas que rompan ese círculo se puede trabajar pero se necesita primero crear conciencia. Yo creo que este blog puede ayudar a ello pero sería importante que colaborarán agentes de todos los sectores para que tenga impacto. Así que se ha de buscar aliados bien informados y formados que participen. Ánimo.
Estimada mj:
Es condición necesaria la actitud, el apoyo, solidaridad, coherencia, compromiso y la independencia total porque lo que se busca es la justicia y apoyo a la víctima. Sin peros, sin excusas, sin excepciones.
Ante la verdadera justicia no se puede ni deben justificarse, exenciones,excepciones inadecuadas o poco coherentes, porque entonces esa justicia se vende, depende de terceros y por tanto, resulta penoso… ¿de qué depende?
¿actuar o inhibirse; apoyar o desentenderse; defender la razón o inmiscuirse; denunciar o callar; comprometerse o justificar la sinrazón; consecuente o dependiente de intereses poco éticos; valiente o cobarde; justo o injusto; adecuado o inadecuado; ecuánime o reprochable; asertividad o peloteo; amabilidad o fariseismo; honesto o políticamente incorrecto; justicia o dictadura legalizada; compromiso o compra-venta de intereses?
Hace uno meses leí el libro Invisible ( yo personalmente la haría de lectura obligatoria en los colegios) y hay una frase muy cierta que tan solo las personas que hemos sufrido bullying podemos entender cuánto significado tiene y dice así " tanta culpa tiene el que lo hace como el que mira hacia otro lado" yo he vi ido siempre en un pueblo de Madrid y con 7-8 años me rompi un diente y empezaron a burlarse de mi y llamarme diente pocho, según iba creciendo,los insultos y vejaciones crecían a al mismo tiempo, mi sufrimiento duró hasta los 13-14 años, que le hice cara a una de mis acosadoras, y acto seguido pude poner una denuncia,( que hasta ese momento ningún guardia civil lo vio opertuno, después de tantos años) me tocó un guardia civil que me entendió perfectamente y puso todo a su alcance para que todo se acabará, hoy afortunadamente existe el agente tutor que intermedia en casos de bullying y con su función hace que no vaya a más.
Yo como superviviente,porque eso eso es lo que me considero, te diría que ánimo y fuerza, que cada día vivido es un día más cercano a ver la luz del túnel, y sobre todo, que el valiente, es valiente, hasta que el cobarde quiere que lo sea.
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