Acoso escolar e institucional (Pincha en la imagen)

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ACOSO ESCOLAR E INSTITUCIONAL (Pincha en la imagen)

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lunes, 12 de octubre de 2015

Exceso de permisividad ante las conductas violentas

 

BULL010Garaigordobil: «Hay un exceso de permisividad cuando los niños, adolescentes o jóvenes tienen conductas violentas»

Maite Garaigordobil, Catedrática de la UPV. La experta considera que la colaboración entre la familia, los profesores y las autoridades es muy importante para la prevención y detección del acoso y la violencia

JAVIER PEÑALBA

Maite Garaigordobil, catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológico de la UPV y experta en acoso escolar, analiza algunas de las consideraciones recogidas en la Memoria de la Fiscalía de Gipuzkoa y que fue presentada recientemente por Juan Calparsoro, fiscal superior de Euskadi. El informe consta un aumento de expedientes por acoso escolar. Seis de las víctimas expresaron además su intención de suicidarse.

Los casos de acoso escolar no cesan. El pasado año la Fiscalía

de Gipuzkoa incoó trece expedientes, ocho más que el año anterior.

El incremento no se explica solamente por el aumento de los casos de acoso. Durante mucho tiempo, las víctimas han sufrido en silencio y no denunciaban, pero progresivamente la sociedad, la escuela y la familia han tomado conciencia del problema y fomentan que las conductas de acoso salgan a la luz y cuando son graves, que las víctimas los denuncien. No obstante, hay más casos leves y graves de los que se denuncian. A veces, las víctimas no lo hacen por temor a consecuencias negativas que en ocasiones se derivan del hecho de denunciar, como, por ejemplo, ser considerado un chivato, lo que conduce muchas veces a incrementar el acoso en forma de exclusión social. Y también por evitar la difícil y dolorosa situación que denunciar implica.

Además, seis de las víctimas expresaron en algún momento su intención de quitarse la vida.

El acoso presencial o cibernético - bullying/cyberbullying- tiene consecuencias muy perniciosas para todos los implicados pero con distintos niveles de sufrimiento. Aunque los efectos más acusados se muestran en la víctima, los agresores y los observadores también son receptores de aprendizajes y hábitos negativos que influirán en su comportamiento actual y futuro. No hay duda de que la consecuencia más extrema del acoso es el suicidio, la muerte de la víctima. Pero todos los implicados en situaciones de maltrato, en cualquiera de los roles, están en mayor situación de riesgo de sufrir desajustes psicosociales y trastornos psicopatológicos en la adolescencia y en la vida adulta.

- ¿Cuáles son esas otras consecuencias negativas que tiene el acoso para las víctimas?

- Manifiestan sentimientos de inseguridad, soledad, infelicidad, baja autoestima, culpa, ira y frustración... Además de indefensión, nerviosismo, irritabilidad, trastornos del sueño, rechazo escolar, dificultades para concentrarse, dolores de estómago, de cabeza...

- ¿Y en los agresores y observadores de ese acoso?

- Muestran con mayor probabilidad desconexión moral, falta de empatía, ausencia de sentimientos de culpa, dificultades de acatamiento de las normas, baja capacidad de autocrítica, frustración... Y los observadores pasivos ante una situación de acoso también tienen riesgos de desarrollar personalidades insolidarias, insensibles ante el dolor ajeno. Con mayor probabilidad muestran sentimientos de miedo o temor y tendencia a la sumisión ante los agresivos.

- ¿Cuáles son las prácticas acosadoras más frecuentes?

- El acoso presencial o cara a cara sigue estando presente y ahora, con el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación y el acceso temprano de los niños a ellas, han surgido nuevas modalidades de acoso: el tecnológico, denominado ciberacoso o cyberbullying. En el presencial se dan conductas agresivas físicas, como pegar, empujar, robar, romper, ensuciar y esconder las propiedades de la víctima...; verbales tales como insultos, motes, burlas..., y sociales, ya sea aislamiento al individuo del grupo, ya que no se le deja participar en juegos y se le margina e ignora. Y también se da el acoso psicológicó, conductas que corroen la autoestima, crean inseguridad y miedo en la víctima. Las nuevas formas de acoso, el ciberacoso, se dan principalmente a través de internet y el teléfono móvil. Las prácticas más frecuentes son enviar mensajes de texto, whatsapp o correos electrónicos amenazantes, insultantes. También se dan llamadas anónimas al móvil para provocar miedo a la víctima o para insultarla.

«No hay duda de que la consecuencia más extrema del acoso es el suicidio»«Falla la sociedad en general que no controla la violencia a la que están expuestos los niños»«La mejor forma de prevenir es mediante el fomento de la convivencia, en los centros educativos»«Los niños están muy expuestos a la observación de altas dosis de violencia»

- ¿Cree, de todas formas, que esta cifra de acoso es solo la punta del icerberg, que hay otros muchos casos que no terminan en conocimiento de la Fiscalía?

- Sí. Las denuncias son únicamente la punta del iceberg. Las diferencias existentes entre el número de niños, adolescentes y jóvenes que sufren este tipo de conductas de acoso y el número de denuncias pueden explicarse en parte por el grado de gravedad de la victimización. Habitualmente, las víctimas que denuncian sufren victimización severa o grave, mientras que son muchos más los niños, adolescentes y jóvenes que han sufrido una o más conductas de acoso. En muchas ocasiones, los progenitores de las víctimas temen denunciar, pensando que al final habrá más consecuencias negativas para sus hijos e hijas si lo hacen. Y en muchas ocasiones esto es así, las víctimas a veces reciben poco apoyo por parte de los centros educativos, y al final son ellas y no los agresores los que abandonan el centro, después de comprender que no habrá una solución satisfactoria y justa a la situación de victimización que sufren. En un estudio realizado entre 2011 y 2013 por el equipo de investigación que dirijo en la Facultad del Psicología de la Universidad del País Vasco, los datos ponen de relieve un nivel de prevalencia del bullying y cyberbullying digno de consideración, se observa un incremento de las conductas agresivas en los últimos años, lo que permite concluir la necesidad de más prevención e intervención.

La Fiscalía constata que la edad edad de los acosadores es menor. Ocho de los infractores tenían menos de 14 años.

- Efectivamente, también en nuestros estudios se han evidenciado porcentajes de víctimas y agresores dignos de consideración desde los 10 años. Esto es claramente negativo, preocupante, y pone de relieve el incremento de una conducta antisocial a edad más temprana.

-¿Hay alguna explicación?

- Varios factores pueden explicar este hecho. Por un lado, desde una edad muy temprana los niños están muy expuestos a la observación de altas dosis de violencia, ya sea en la televisión, internet o los videojuegos, lo que hace que vean la conducta agresiva y violenta como algo natural, incluso como algo que permite alcanzar objetivos. Por otro lado, hay un exceso de permisividad cuando los niños, adolescentes o jóvenes tienen conductas violentas, ya que en los últimos años la noción de castigo parece políticamente incorrecta. Aunque es mejor educar en el afecto fomentando la autorregulación de la conducta, en ocasiones, el uso del castigo puede ser útil educativamente, entendido el castigo no como algo físico, sino como restricción o limitación que haga tomar conciencia al niño, adolescente o joven de la inadecuación de la conducta.

-¿Cómo valora que en la mayoría de los asuntos instruidos por la Fiscalía , los acosadores fuera chicas?

- Los datos de algunos estudios ponen de relieve un progresivo incremento de la conducta violenta en las chicas. Actualmente forman parte de bandas que despliegan conductas antisociales e incluso configuran sus propias bandas, manifestando un nivel similar de violencia a los chicos. Igual que en los chicos, las agresoras actúan movidas por un abuso de poder y deseo de intimidar y dominar. En lo que se refiere a la conducta antisocial, los resultados de un estudio que realizamos muestran muy pocas diferencias entre chicos y chicas. Aunque estas últimas están incrementando su conducta agresiva y antisocial, en general no me atrevería a afirmar que las acosadoras sean chicas, al menos no es esto lo que hemos encontrado en los estudios.

- ¿Qué está fallando para que este tipo de situaciones se reproduzcan un año tras otro?

- Falla la sociedad en general que no controla la violencia a la que están expuestos los niños, adolescentes y jóvenes, que no fomenta valores socio-morales. Falla la escuela que implementa pocos programas de desarrollo socio-emocional para fomentar la comunicación, la empatía, la autoestima, el sentido de responsabilidad, la tolerancia frente a los diferentes... Y también, la familia que en ocasiones tiene un bajo nivel de atención y dedicación a los hijos.

-¿Cómo hay que afrontar este tipo de situaciones?

- La conducta antisocial y violenta es compleja y está determinada por múltiples factores, ya sean biológicos, culturales, familiares, escolares, personales, ambientales... Por ello, si se desea prevenir o eliminar esta conducta hay que intervenir desde cuatro niveles. El primero es el de la sociedad en general. La violencia se aprende observando modelos que reciben recompensas por ser agresivos, y sabemos que los niños y adolescentes están expuestos a altas dosis de violencia, tanto en la vida real como a través de los medios de comunicación. Por consiguiente, para inhibir la violencia, la sociedad debería controlar la violencia que se expresa en los medios. Luego está la educación familiar, que desempeña un papel primordial, dado que en la infancia y adolescencia se conforman las actitudes de tolerancia. Sería interesante desarrollar programas que fomenten que los padres potencien el desarrollo de conductas prosociales y valores ético-morales respetuosos con los derechos humanos. La intervención en los centros educativos es igualmente importante y muy eficaz para prevenir la violencia. La mejor forma de prevenirla es mediante el fomento de la convivencia, en todos los centros educativos, Y, por supuesto, hay que trabajar terapéuticamente a nivel individual con el agresor, la víctima, y con ambos conjuntamente.

Fuente:

http://www.diariovasco.com/gipuzkoa/

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