Acoso escolar e institucional (Pincha en la imagen)

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ACOSO ESCOLAR E INSTITUCIONAL (Pincha en la imagen)

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viernes, 26 de julio de 2013

El acoso como espectáculo

Beto

Siempre me gusta decir que comencé a vivir de verdad cuando entré a la U.

De hecho, si alguien podía haber sido objeto de estudios profundos en asuntos de acoso y ataque escolar y colegial, era yo. En esas épocas era además de "diferente" y "bicho raro", alguien proclive al mal genio y de combustión espontánea, lo que me convertía en blanco perfecto y preferido de los matones y jodedores de turno en los recreos y salidas de clases, y fui protagonista de incontables peleas de escuela y colegio, más por defenderme que por pretender demostrar alguna especie de fortaleza inexistente. Y claro, hubo muchos días en los que las ganas de querer ir a clases eran nulas.

Sin embargo, tales desventuras comunes a tantos jóvenes que nunca encajamos en los cánones establecidos de popularidad o "normalidad" a través de los tiempos jamás eran objeto de titulares de prensa. La concepción de nuestros padres era que eso era una fase más de la inevitable condena de crecer, y que con el tiempo iría quedando atrás (a pesar de que en mi caso la racha duró casi hasta décimo año).

Pasó el tiempo y llegaron Internet, los smartphones y la demanda por estar conectados, y con ello las primeras manifestaciones de que aunque nosotros ya habíamos crecido, los jóvenes han seguido siendo jóvenes con las mismas situaciones y problemas, pero ahora con un componente de valor agregado: el recrudecimiento de lo que antes llamábamos acoso y ahora por nuestra fuerte influencia anglófila pasó a ser bullying, un término que empezó a aparecer en nuestros medios al menos desde el 2010. Y además, ya no invisibilizado en el olvido del tiempo de las calles del barrio, sino "inmortalizado" y diseminado a través del país y hasta del mundo, en imágenes grabadas con celulares y eco en medios de comunicación.

* * *

La burla, violencia y chota de que son víctimas muchos jóvenes no tiene nada de nuevo. Pero sí la difusión y permanencia que hoy reciben. Antes de Internet, tener un traspié en el corredor del colegio te hacía objeto de risas y chistes, pero lo peor que podía pasar era que quedara registrado en en anuario o las paredes del baño, y en todo caso olvidado a los días. Hoy tienes el mismo traspié y al menos uno de los presentes puede captarlo en video con su celular, subirlo a YouTube y postearlo en Facebook, todo en tiempo récord. Dependiendo de la popularidad del "reportero", estos videos pueden hacerse virales antes de terminar el día de clase, y ahí comienza el calvario para la víctima, pues aunque convenza al victimario de borrar la evidencia, la misma ya se habrá compartido y copiado múltiples veces en varios perfiles de redes sociales, y por tanto imposible de eliminar por completo.

Los peores episodios de bullying usualmente terminan con el suicidio de la víctima. Una búsqueda rápida en Google me provee ejemplos de víctimas mortales: En Holanda, Tim Ribbernik, 20 años, suicidio por acoso al ser gay; Canadá, Rehtaeh Parsons, 17 años, por acoso y violación de compañeros de colegio; Estados Unidos, Jamie Rodemeyer, 14 años, quien incluso había filmado un video para la serie It Gets Better, suicidio por ahorcamiento ante el acoso y hostigamiento por manifestar abiertamente su diversidad sexual.

* * *

En Costa Rica no hay evidencia de casos de víctimas mortales del bullying. Sin embargo, lo que si ha crecido como la espuma es el acoso virtual o ciberbullying, donde la tortura no se queda en el colegio sino que persigue a la víctima de forma sistemática y repetitiva por todas partes; en los mensajes de los celulares, en los perfiles personales de Facebook y también en varias páginas que cuentan con decenas de miles de "Me gusta". Y los administradores —anónimos— de dichas páginas, lejos de apenarse por la exposición de violencia gratuita, más bien la agradecen como si fuera algo digno de ostentación. El berrinche del matón (o matona) y la desgracia de la víctima convertidas en show visual para propios y extraños ad perpetuam, en espacios francamente deleznables y vomitivos para cualquiera con más de dos dedos de frente y sentido común.

 

Ellos y nosotros

Internet es para los adolescentes de hoy lo que la televisión fue para nosotros.Viendo todo esto, me da por pensar que fue más bien una bendición para mi generación vivir en una época sin tanta conveniencia para diseminar información, pero por eso mismo tendemos a ignorar el contexto actual en que se desenvuelven muchos jóvenes. La Fundación Paniamor ha realizado investigaciones sobre el tema y ha logrado recopilar conclusiones interesantes. He aquí algunas de ellas:

  • Internet es para ellos lo que la televisión fue para nosotros. O sea, no fue un agregado a posteriori en su existencia sino que desde el principio siempre ha estado ahí. Es el estado normal de las cosas. Toda su existencia está y estará documentada en la red, para bien y para mal.
  • En el ciberespacio, los padres no existen. La gran mayoría de los adolescentes está abordando su vida digital sin ningún tipo de orientación adulta, paterna o de otra figura de autoridad. el 90% dicen aprender a "cuidarse" solos o con sus pares.
  • Hay una "guerra fría" intergeneracional. Los jóvenes temen la presencia de sus padres y docentes en Internet. Para muchos, tenerlos de "amigos" en Facebook es lo peor que les puede pasar. Los padres por su parte ven el mundo virtual con una mezcla entre desconfianza e ignorancia, al no tener la familiaridad o el conocimiento para abordarlo. Además el distanciamiento existente entre los hijos y sus padres parece ser más frecuente en familias de alto nivel económico y estudiantes de colegios privados, donde hay también alta incidencia de los casos de bullying.
  • Algunos jóvenes sienten las redes sociales como una carga. Reconocen que su vida "está" en Facebook, pero ante la pregunta de cómo se sentirían si éste no existiera, más de uno ha respondido que "aliviado", pues tendrían más tiempo para jugar, hacer deporte y socializar "de verdad".
  • Procuran resolverlo todo por sí mismos. Ante una incidencia de acoso, los adolescentes recurren de primero a sus pares, después a familiares (no siempre padres) y en última instancia a docentes u orientadores. El PANI es el último y menos usado recurso sobre todo por temor de que sus padres o victimarios terminen por informarse.

No pretendo con este artículo dar una cátedra de bullying ni aportar soluciones concretas para un tema demasiado complejo de cubrir en una simple columna de revista virtual. Para eso ya hay excelentes campañas que procuran justamente eso. Pero sí el propósito de ir más allá del sensacionalismo con que los medios están tratando el tema y comprender lo que hay detrás... para, si está en nuestro poder, si conocemos a algún familiar en esta situación, contribuir a ser parte de la solución en vez del problema.

 

Agradecimientos totales a Susana Soto por toda la invaluable información provista para esta columna.

Alberto Gonzalez — dice ser desarrollador de experiencia del usuario para que lo tomen en serio pero en realidad se divierte mucho haciendo caricaturas, viajando por el mundo, buscando discos raros de bandas que ningún ser normal conoce, cultivando un oído musical ecléctico y colaborando de vez en cuando con 89db en forma escrita. Afiliado al club de fans de la filosofía Carpe Diem, aunque a veces le termine ganando la de la procastinación.

Fuente:

http://www.89decibeles.com/columnas

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