miércoles, 2 de mayo de 2018

Día contra el acoso escolar o bullying ¿Algo que celebrar?


Vagabundo

 
A 2 de mayo, nos encontramos con el Día internacional contra el bullying o acoso escolar. Una jornada para supuestamente visibilizar y ser consciente de este muy dañino terrorismo, esta lacra, este cáncer socio-educativo, pero me temo, sólo cara a la galería social.

Siguen disfrazándose y ocultándose cifras por el máximo responsable: El Sistema Educativo de turno. Es cierto que hemos pasado, en 14 dilatados años, del “gran paso” de “no existir” (cual vulgar pandemia originada por un extraño virus) a producirse casos excepcionales y muy limitados, según manifiesta Inspección y Altos cargos del Sistema Educativo correspondiente. Esa “enorme y privilegiada concienciación” se debe, desgraciadamente, a que hasta el suicidio inducido de Jokin Cebreros en 2004, los casos de suicidios debido al acoso escolar, por no pocos chavales, eran etiquetados como supuestos y burdos suicidios, y nada más. El origen no interesaba, no existía el acoso en las aulas según terceros implicados e interesados; y es que cuando un caso no se conoce, aunque haya pasado, sencillamente pasa a ser ocultado, a no existir. Caso cerrado.

A día de hoy, si hacemos caso de las cifras que se manejan por el Sistema Educativo, éstas apenas llegan al 3-5% máximo; eso sí, según estos, la mayor parte sucede fuera de los límites del terreno físico del centro educativo; “ciberbullying” dicen, como si previamente este peligroso afluente del bullying, no se originase esencialmente en el entorno escolar. De paso siguen barriendo “pa fuera” y con ello, negando realidades.

Por el contrario si hacemos casos de organizaciones tan conocidas como “Save the Children”, “UNICEF” e incluso prestigiosos estudios como los “Informes Cisneros”, publicados por Araceli Oñate e Iñaki Piñuel, refieren en torno al 25-30%.

¿La diferencia entre cifras?. El Sistema Educativo, tras la enorme cantidad de casos que van apareciendo y conociéndose, admite a regañadientes esos mínimos; no sin antes intentar desacreditar y extorsionar si hace falta a las víctimas y familias, que finalmente desesperadas se sienten obligadas a denunciar. Por tanto SOLAMENTE admiten los casos más graves; esos que, gracias a la concienciación, formación y ética de determinados Jueces son los que finalmente salen con una condena firme.

Hay mucho que andar, mucho que pelear para que esa balanza de cifras escandalosamente minimizada y desequilibrada se corrija y, sobre todo, se erradique de verdad. En este control y equilibrio necesarios entramos todos. Hay que acabar con el ninguneo, oscurantismo y cinismo que rodea a todo el entorno enfermizo y eso pasa no sólo por hacer frente al hostigador y ser solidario con la víctima, sino quizás lo más importante, por denunciar a quienes hostigan y a quienes están obligados a custodiar a los alumnos que al menos, en horario lectivo corresponde al Centro educativo; Centros que, lejos de implicarse, se escudan en un sistemático Síndrome de Negación y mirar a otro lado, asesorados desgraciadamente por quienes deberían INSPECCIONAR hechos y no ser meros y cínicos asesores unilaterales de los centros en cuestión.

La balanza, en cualquier caso, sigue escandalosamente desequilibrada y, con ella, el sufrimiento, exilio, traumatismo, cuadros ansiosos-depresivos, estrés postraumático y demasiado dolor en víctimas y familias.

 
2 de mayo, día internacional contra el acoso escolar o bullying. En verdad, ¿algo que celebrar? No seré yo quien lo haga.

 
En memoria de Jokin Cebreros fallecido en 2004, tras tirarse de la muralla de su localidad, Hondarribia, primer caso conocido y constatado de acoso escolar en España, pero no el primero desgraciadamente; de Carla Díaz Magniem fallecida en 2013, tras lanzarse a los acantilados en Gijón con sólo 14 años; de Sarai Mondragón, joven colombiana con 13 años; de Mónica Jaramillo de 15 años, de Arancha, chica de 16 años que se tiró desde un 6º piso en Usera; de Diego un chico de 11 años que se tiró de un quinto piso, hace poco más de dos años; de Alan de 17 años hace un par de años; de Lucía, joven murciana de 13 años que se quitó la vida hace poco más de un año, de Unai con 12 años; de Zulima de 16 años que se quitó la vida el pasado 19 de noviembre; de  Elisabeth en Navarra, joven de 17 años; y los muchos que quedan, y me temo, se sumarán a estas cínicas y míseras esquelas obligadas por inacción, negligencia, complacencia y cobarde de quienes debieron protegerlas… todos/as ellos/as de una forma u otra obligados/as a ir a un lugar donde lo de menos era el aprendizaje, socialización y cooperación, como tan repetidamente se nos cuenta…

D.E.P.

1 comentario:

  1. Muy de acuerdo con todo lo que dice. Basta ya de maltrato docente por acción u omisión de socorro, amparados por la falta de transparencia en los centros escolares y la corrupción de inspectores, orientadores, concejalías de Educación, cuerpos medicos de Sanidad, fiscales, jueces y políticos.

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