Acoso escolar e institucional (Pincha en la imagen)

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ACOSO ESCOLAR E INSTITUCIONAL (Pincha en la imagen)

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sábado, 25 de abril de 2015

Sobre el ciberacoso a menores. Lo que no se nombra, no existe

 

Clara Ávila Cantos

Declaraciones Save the Children

*Nombre modificado para proteger la identidad del menor.

Con 12 años tuve Internet en casa. Fui una de las primeras del colegio (el mismo año me regalaron un router y un furby). Lo mío siempre fue la tecnología.

En su momento no había mucha actividad en internet, al menos para gente de mi edad. Generalmente mandaba correos - teníamos una cuenta de correo para toda la familia, como si habláramos del buzón del portal- y chateaba en el IRC. Ahí aprendí que Internet servía para ligar y que se podían regalar rosas hechas con caracteres a miles de kilómetros de distancia. También descubrí que había gente que te proponía cibersexo, y que eso daba miedo. No me considero una víctima de ciberacoso, pero algún que otro susto me he llevado, y cuando eres pequeño estas cosas son difíciles de tratar. No lo sabes identificar y mucho menos lo sabes comunicar. Por mucha confianza que tengas con tus padres, lo que no tiene nombre, no existe. Afortunadamente ahora tiene nombre, ahora hablamos de ciberacoso.

El uso del ordenador entre los menores (de 10 a 15 años) alcanza el 93,8% y el 92% utiliza Internet. Se conectan a diario y, desgraciadamente, pocas veces se les ha enseñado cómo usar estas nuevas tecnologías. No desde un punto de vista tecnológico (saben usar un smartphone mejor que yo), no desde un punto de vista de "los peligros de Internet", hablo de enseñarles qué pasa con sus datos, por dónde viaja esa información y cómo detectar que se les está acosando. Existe un término que lo define, la alfabetización digital, y una charla muy interesante de Juan García al respecto, uno de mis referentes en docencia a menores sobre el uso de medios digitales.

Este uso de las nuevas tecnologías, y por tanto de menores que son vulnerables, es más extendido de lo que pensamos. Tanto Internet como el ordenador son usados por niños menores de 10 años. El smartphone es sin duda el gran protagonista ya que, en hogares de renta baja (inferior a 900€) encontramos que 8 de cada 10 utilizan un ordenador, Internet, y la mitad tienen un móvil. Esta tendencia no va desaparecer, así que proteger a estos menores debería ser una prioridad, y no una medida de las que cae en el cajón de los temas que no interesan, como muchos otros de los referidos a la infancia.

El ciberacoso se puede definir como una forma de invasión en el mundo de la víctima de forma repetida, disruptiva y sin consentimiento usando las posibilidades que ofrece Internet. En definitiva, una nueva forma de violencia que sufren los niños, donde, por cierto, resurge la violencia de género, algo que preocupa más, si cabe.

Las chicas adolescentes son especialmente vulnerables. De las jóvenes que han sido víctimas de acoso a través de las nuevas tecnologías, el 62% asegura haber recibido mensajes con insultos, el 36% ha recibido algún mensaje que les ha hecho “sentir miedo”, el 15% han recibido algún mensaje para presionarlas a participar en actividades de tipo sexual y hasta un 17,6% de las jóvenes asegura que han visto difundidas imágenes suyas comprometidas o de carácter sexual sin su consentimiento.

Los niños no perciben el riesgo

Las nuevas tecnologías les han ayudado a compensar dificultades en sus relaciones. En el caso de los chicos, hablan de una mejora de las relaciones con la gente a través de Internet. En el caso de las chicas, de un uso de Internet cuando se sienten solas.

A pesar de que la mayoría de los padres y madres hablan habitualmente con sus hijos sobre los riesgos de Internet el 28% de los adolescentes no considera una conducta de riesgo el responder a un mensaje en el que les insulten, 1 de cada 4 colgaría una foto suya que sus padres no autorizarían y el 50% de los chicos y el 26% de las chicas no consideran peligroso quedar con un chico o una chica que hayan conocido por Internet.

 

¿Esto se puede evitar?

Por supuesto que sí. El ciberacoso es violencia y desde Save the Children pedimos una Ley Integral de protección frente a todas las formas de violencia contra los niños y las niñas, e incluimos también todas aquellas formas de hostigamiento y violencia que se prodecen a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en los que las víctimas son los menores de edad

Es necesaria una estrategia integral que garantice una respuesta ante cualquier forma de violencia contra la infancia con medidas de prevención, detección y asignar los recursos necesarios.

Las administraciones públicas y el Estado Español, tiene la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de los derechos de los niños y en concreto su integridad física y moral. Pedimos tanto a los partidos políticos como al Gobierno de España que así lo hagan

Fuente:

http://www.eldiario.es/savethechildren/

sábado, 18 de abril de 2015

Acoso escolar: “Lo que conviene y no conviene denunciar”

 

Vagabundo

rumorologiaUna vez más leo en los medios de comunicación el acoso escolar sufrido por  una menor, sin que, en principio, el círculo próximo de la víctima sea consciente involuntario (familia) o quiera ser “consciente voluntario” (colegio) . Como monótonos y sistemáticos indicadores se habla  de diagnósticos errados de médicos y psicólogos, a pesar de la negativa de la víctima en este caso de acudir al aula e incluso de querer cambiar de colegio; se habla de la tóxica y maligna rumorología a nivel local entre actores en colegios y luego dispersada perversamente a nivel global mediante whats app y redes sociales, que tanto veneno pueden generar; se habla de una cabecilla instigadora y del grupo de adeptos/as cómplices por omisión o comisión que ejecutan el acoso y derribo elaborado por ésta; se habla de   frecuentes faltas de asistencia al colegio de la víctima y somatizaciones extremas, sobre todo en esos temibles “lunes negros” finalmente constatadas en sesiones psiquiátricas; se habla de las nefastas consecuencias directas de ese terrorismo psicológico que, me temo, pasarán futuras facturas psicológicas; se habla de esa disimulada velada respuesta del “no sabemos nada” de los colegios por los que deambuló la chica; se habla incluso de esa miserable respuesta de algunos padres de esas malnacidas alumnas prepsicópatas, ante la denuncia de la familia.

No se habla en cambio del silencio de los colegios y de la respuesta de éstos cuando inconsistentemente pretenden esconder sus ineptitudes al  naturalizar sistemáticamente este cáncer silencioso y cobarde y resumirlo en frases tan míseramente socorridas como “es cosa de niños”. No se habla, como demasiadas veces ocurre, que el Sistema educativo se escude en el ataque cínico de un supuesto absentismo escolar cuando la víctima se ve obligada a exiliarse de los colegios e incluso la familia sea denunciada ante los Servicios Sociales, fieles colaboradores en general de estos Torquemadas institucionales. Tampoco se habla, como tan repetidamente, se hace de que, según fuentes de Educación, el fondo de la cuestión no es el temible acoso escolar o bullying, sino una supuesta problemática en el seno familiar, que curiosamente será divulgada por el entorno local. Y es que, por lo que se cuenta en la noticia, el colegio o colegios no fue/ron denunciado/s por omisión del deber de protección y auxilio a la víctima; incluso, por qué no decirlo, por complicidad pasiva o activa con quienes hostigaban a la chica.

Llama la atención la frecuente dispersión y ninguneo de indicadores tan comunes en estos procesos típicos de acoso ante supuestos entendidos: psicólogos, especialistas médicos e incluso Inspección educativa que, por lo que da a entender la noticia siguiente, no tuvieron la menor sospecha… ¿o debería decir la incómoda previsión y celo en penosas realidades como estas?. Pero eso, por mi experiencia y porque es una realidad frecuentemente constatada y desgraciadamente moneda corriente en nuestro cínico “estado social y democrático de derecho”, tampoco lo llevan a rajatabla instituciones tan mermadas y medradas como el propio Poder Judicial y relacionados.

La conclusión es contundente y doliente: Hay cosas que conviene denunciary otras callar, no vaya a ser que nos “excomulguen” Triste

 

La noticia es la siguiente ( Fuente, http://www.abc.es/espana/20150413/abci-nina-sufrimiento-madre-201504122059.html )

 

«No puedo poner precio al dolor de mi hija, acosada tres años»

ABC - Cruz Morcillo

La menor a la que arrancaron el cabello en Linares no ha vuelto a asistir a clase

Una foto de un abudante mechón de cabello metido en una bolsa de pañuelos de papel. Un mensaje llamándola «zorra de mierda», «más vale que te calles», insultos soeces y amenazas explícitas. «¿Son tus pelos? Puajajajaja». Claudia, 16 años, nombre supuesto, era la receptora; el pelo, también era el suyo. Se lo habían arrancado un grupo de compañeras de clase la tarde anterior tras citarla en una céntrica plaza de su ciudad, Linares (Jaén). Ella, ingenua, acostumbrada a que la acosaran, insultaran y humillaran creía que querían pedirle perdón porque incluso había tenido que abandonar su instituto dos meses antes. Era un paso más en un camino de miedo, agresividad y verdugos sentados en el pupitre de al lado que había comenzado tres años atrás y que desconocían sus padres y el colegio.

«No he visto tanta crueldad y tal falta de escrúpulos en esas edades», asegura uno de los agentes de la comisaría de Policía Nacional de Linares, encargado de tomar declaración a las dos detenidas, también de 16 años. Cuando a una de ellas le preguntaron por qué lo habían hecho respondió con la mayor tranquilidad: «Por diversión». Al pedirle los nombres de otras chicas a las que había acorralado fue aún más allá»: «No voy a contestar a esa pregunta». Frialdad absoluta.

Marcadores tumorales

Los hechos ocurrieron el viernes 13 de febrero. Claudia llamó a su madre, le contó lo que había ocurrido, tenía las marcas en el cuero cabelludo, acudieron a comisaría y al centro médico. El lunes denunciaron los hechos: a tres adolescentes con nombres y apellidos. Los agentes detuvieron a una de ellas, como supuesta agresora, y a la líder del grupo quien no estaba presente pero era la instigadora del hostigamiento de años tanto a Claudia como a otras víctimas. Todas ellas declararon haber sufrido burlas, desprecios y vejaciones por parte de la cabecilla y sus amigas. «Una marcaba los objetivos y las demás lo ejecutaban», señalan fuentes policiales.

El fin de semana del 14 y 15 fue terrible. «Algunos sabían que habíamos ido a comisaría. A mi hija le llegaron cientos de mensajes por whatsApp, por facebook, por todas partes, de gente a la que ni conocía con todo tipo de insultos y amenazas. Algún padre me ha llamado para que retire la denuncia porque lo están pasando muy mal. Pero cómo estamos nosotros», relata a ABC Lola, nombre supuesto de la madre de Claudia.

Ella y su familia se han visto desbordados en los dos últimos años. Claudia, una niña guapa y cariñosa, empezó a cambiar hace casi tres, poco después de empezar la ESO en el instituto público «Huarte de San Juan», el más antiguo de Linares. Madre e hija han peregrinado por médicos y más médicos. La adolescente perdió 5 kilos en dos semanas, vomitaba, se le bajaba el azúcar, le dolía el pecho... Le hicieron curvas de glucemia, pruebas de estómago y hasta marcadores tumorales. Sin diagnóstico. Un psicólogo creyó apreciar anorexia, pero tampoco era eso. Faltaba con frecuencia al instituto. Cada lunes se ponía enferma. Sus padres contrataron a una profesora particular pero aun así repitió segundo. Pedía con frecuencia cambiar de colegio, aunque jamás contó en su casa cuál era la verdadera razón: que le estaban haciendo la vida imposible y ella había llegado a culpabilizarse, como tantas víctimas.

En diciembre, las acosadoras eligieron a una chica que les hizo frente. Acabaron a trompicones. A una tía de Claudia le contaron de forma casual lo ocurrido. «Anda que no lleva tiempo tu sobrina aguantando y sufriéndolas», le dijo esta persona. «Mi hermana me llamó al instante. Ya sé lo que le pasa a la niña. No esperé. En plenas vacaciones de Navidad la cambié de instituto, ni siquiera hablé con los profesores, aunque yo creo que saben quiénes son», explica Lola.

Cómplices en otro centro

Pero cuando creían que todo empezaba a arreglarse apareció de nuevo el azar. Una prima y una amiga de la cabecilla del otro centro la esperaban en el nuevo. Y ocurrió la agresión de febrero. Claudia no ha ido más de 15 días seguidos a clase en este curso (tercero), que sus padres ya dan por perdido. No ha vuelto a clase. No quiere ni encontrarse de frente con las acosadoras ni que le pregunten por lo ocurrido. Desde febrero la adolescente está en tratamiento psiquiátrico. «Ella es el centro de la casa. Si está bien y contenta, todos los estamos; si está mal, lo mismo», asume su madre con resignación.

Ahora la familia solo piensa en que Claudia, a punto de cumplir 17 años, se recupere y pase página. En unos días la evaluará el forense. Las familias de las detenidas quieren un acuerdo extrajudicial, que se pacte una indemnización. Lola se niega: «No puedo poner precio al dolor de mi hija. A lo que ha sufrido y lo que le queda».